sábado, 29 de diciembre de 2018

8.1 El Errante: las bestias de la guerra. -¡Piratas de agua dulce! / usurpadores y conspiradores.


Bueno. No podía terminar el año sin publicar nada de la novela. Sinceramente ha sido un semestre duro, bastante duro. Entre trabajo, estudios y demás obligaciones familiares no he dejado mi impronta en el blog más que un par de veces. Y no ha sido para seguir con esta historia. ¡Y eso que la dejamos cuando empezaba a ponerse interesante! 

Anteriormente:
Una extraña e invisible fuerza empezó a succionar la sangre de todos los presentes, excepto de Vángar y de Miklos. Les salía de la nariz, de los labios. Los ojos estallaban para dejar escapar chorros rojos que caían violentamente en el suelo. Se escapaba por las uñas, se abrieron todos los poros y la sangre manaba de los cuerpos para deslizarse sobre el suelo hacia el trono.
La sangre se detuvo debajo del libro sostenido por temblorosas manos. Formó una columna para elevarse y ser absorbida por el lomo y sus páginas.
–¡Tú! ¡Lo sabías! –Le acusó al Errante.
–Sí.
Vángar alzó su mano derecha y un portal azul apareció junto a él. La fatiga le atacó instantáneamente obligándole a tambalearse para atravesar el portal.
Al otro lado unas manos fuertes, al mismo tiempo que delicadas, sujetaron a Vángar cuando trastabillaba por el césped.
Vángar levantó la vista: Una amazona le sujetaba mientras susurraba amables palabras.
–Aquí está –le dijo mostrándole el frasco–. Lo he conseguido.
Las tinieblas nublaron su vista y lo último que alcanzó oír fue el grito de la amazona llamando a su reina.

Ahora:

8-¡Piratas de agua dulce!

El salón central del castillo presentaba un ambiente triste y fúnebre: Sus negras paredes siempre creaban un aspecto lúgubre que, para Sylvania, tenía la peculiaridad de sacarla siempre de quicio. Había intentado crear un ambiente más animado y agradable colocando coloridos tapices en sus
austeras paredes, pero nunca conseguía hacer más confortable la estancia. Su suelo siempre permanecía frío pese a las pieles que pusiera. ¿Y de qué le servía a ella vestir de elegante negro escotado si parecía estar siempre en un velatorio?
Pese al tiempo que llevaba en el castillo seguía odiando aquel lugar. Prefería mil veces su estancia, más arriba, a la que se llegaba por las inmensas escaleras acaracoladas, de la misma nefasta roca oscura, situadas a su izquierda; pero la ausencia de su marido le obligaba a tomar su lugar. Caía la noche y con desesperación pudo observar como la lumbre de las antorchas aumentaban el tono tétrico de aquel amplio salón.
Su marido mostraba un rostro más preocupado, sus cabellos pelirrojos caían rizados sobre su mortecino semblante demostrando así que las preocupaciones por la toma de poder habían ido mermando sus fuerzas de intelectual. Su barba, antes perfectamente perfilada, ahora se mostraba descuidada y manchada por los restos de una tardía comida que posiblemente había tomado a disgusto en el elegante salón comedor de palacio.
 Estaba situado frente a ella gracias a un canal mágico de comunicación que rasgaba el aire para abrir una abertura en la que podías ver y conversar con la persona deseada. Una especie de ventana hacia otro lugar en el mundo.
Ghinmes Eneiro observaba a su mujer con la apariencia estúpida de todo amante que no se atreve a formular la pregunta que le ronda por la cabeza.
Al final preguntó:
–¿Sucede algo? –Aunque no era el tema que pensaba tratar supuso que era una buena forma para llegar a él.
–Trípemes –Contestó ella fingiendo sobresalto por la pregunta.
–¿Trípemes? –Preguntó asombrado.
–Sí. La capital del antiguo reino de Beror, Trípemes. Me preocupa que intenten aprovechar el momento para volver a la independencia tan largamente soñada por su Virrey.
–Trípemes no es más que un pútrido agujero donde acude a esconderse toda la escoria del mundo.
–Ya, ya –confirmó Sylvania cansina–. Un pozo de desechos donde acuden todas las moscas, lo sé.
–Ya, ¿pero?
–Pero son muchas, demasiadas, y muy, muy fuertes en su número.
Hubo un momento de silencio en que Ghinmes meditó sus palabras mientras Sylvania fingía meditar en el asunto. Encontraba bastante más preocupante la falta de efectivos en su actual ejército, efectivos que su esposa había prometido proporcionarle, que la actual situación política de aquel vertedero.
–Creo que mandaré una delegación con un destacamento para asegurarme la lealtad del Virrey. –Le dijo para tranquilizarla un poco. No quería que otro asunto la distrajera de lo más apremiante.
–¿Y fragmentar así tu ya disperso ejército? –Le preguntó con fingida sorpresa la bella Sylvania.
–¿Qué otra opción hay?
Si Sylvania no tuviera tanto dominio de su mímica habría sonreído.
–Déjamelo a mí. Mandaré a tres juggers con un mensaje. Que me traigan su lealtad o su cabeza.
–Está bien. Hazlo –Confirmó Ghinmes sin pensarlo dos veces.
«Pues claro que lo haré, estúpido. Pero no será a ti a quien jure lealtad, sino a mí.», pensó Sylvania.
–¿Seguro? 
–Sí. Creo que será lo mejor. Como bien dices; con la mayor parte del ejército en la frontera este, junto al Valle de los Reyes, otra parte en el sur y la restante aquí no puedo permitirme el lujo de dividirlo aun más.
–De acuerdo –le contestó al tiempo que se erguía insinuando sus perfectos pechos–. Se hará como dices.
–Y hablando de mi ejército –se atrevió al fin–, ¿cómo va ese ejército de juggers que me prometiste? ¿Ese ejército sin la promesa del cual no hubiera traicionado a mi rey?
–Pronto, muy pronto tendrás nuevas sobre él. Te lo prometo –le dijo con una de sus más cautivadoras sonrisas.
–De acuerdo, hasta mañana pues. Te quiero.
–Yo también te quiero, un beso –y con un gesto que rayaba el desprecio cerró la comunicación.
No esperaba la última pregunta. Casi había demostrado el arrojo de un verdadero rey. Quizás debería de vigilarlo más de cerca, sólo quizás.
Los tres juggers aguardaban pacientemente fuera del campo de visión que había tenido el nuevo Rey de Ákrita
–Acercaos –les ordenó Sylvania.
Sylvania entregó un pergamino al jugger más cercano.
–Partiréis prestos a Trípemes. Exigiréis audiencia inmediata con el Virrey y le daréis esto para que lo lea. Que lo firme, o de lo contrario... arrasáis la ciudad.
En silencio los tres juggers dieron media vuelta marchando a cumplir su misión.
Sylvania con un gesto volvió a crear un canal mágico: La espalda bronceada de un musculoso guerrero de larga melena rubia apareció al instante.
–¡Prefino! –Llamó Sylvania
La espalda se volvió como por un resorte. El guerrero se arrodilló al reconocer a su ama.
–Mi señora –dijo con la mayor de las humildades.
–No te arrodilles perro. No intentes insultarme con tu fingida sumisión. ¿Cómo va la producción de savia? 
El aludido se incorporó ofreciendo a su señora una magnifica visión de su entrenado y castigado cuerpo.
–Aumentando mi señora. Bladir ha sido fácil de convencer en el momento que los números bailaban a su favor. Los recolectores han aumentado sus expediciones y trabajan día y noche preparando la savia de los cadáveres; lo cual nos deja aun más margen de maniobra al estar continuamente ocupados. Pero...
–Pero, ¿qué?
–Mis informadores me indican que La Asamblea de Xhantia ha cerrado sus fronteras con Ákrita y no dejan pasar ninguna caravana, del tipo que sea.
Imaginaba que algo así ocurriría. 
–No os preocupéis por ello. Enviar la savia a Ákrita, cuando lleguéis al Paso de Copro éste ya estará 
abierto a vosotros. 
–Como ordenéis, mi señora, así se hará.
–Mantendré el contacto. Hasta entonces que Begor os guarde.
Sin esperar respuesta a su formalismo Sylvania desactivó el canal y se sumió en sus pensamientos. 
Necesitaba que la savia no se agotara; todos los nobles de Ákrita eran adictos a ella –y los que no ya se encargaría ella de que lo fueran– y mientras tuvieran su dosis diaria de ese exquisito licor apoyarían al nuevo rey sin duda alguna. 
Se veía obligada a atacar el Paso de Copro. No era más que un destartalado puesto fronterizo que sabía que no aguantaría ni medio ataque de las tropas que ya tenía situadas cerca de él; pero tan fácil era conquistarlo como perderlo. Cerca de él Ciudad-Garra enviaría sus tropas para la defensa de Xhantia y la milicia respondería –si bien con menos prontitud– al ataque. Además corría el riesgo de que la Legión se levantara en armas contra Ákrita, cosa que no le pondría en ninguna cómoda situación.
Necesitaba más tropas, y pronto.
–¿Señora? –Preguntó una voz.
–¡Qué pasa! –Gritó Sylvania molesta por haber sido interrumpida. Y su timbre metálico, como el martillo en la forja, vibró en los oscuros muros asustando al sirviente que se orinó encima.
–El nuevo pozo, mi señora. Ya ha sido construido –contestó entre balbuceos.

domingo, 7 de octubre de 2018

Vuelta a clase

Pues como dijo aquel, la vida es una comedia, volvemos a clase con ilusión y alegría gracias a la plataforma de FP a distancia nos sumergimos en la educación de formación profesional informática para zambullirnos en los conocimientos que se nos ofrecen en la materia de redes. Pues nunca es tarde para aprender y en tiempo de titulitis (décadas de titulitis me atrevo a afirmar) aquello que tengas como experiencia carece de valor tengas o no pruebas palpables de tus actos. Incluso dos videojuegos, con un tercero en camino, carecen de valor ante una teórica entrevista de trabajo. Bueno, una sonrisa o dos sí que consiguen.
Y no es que no haya título para presentar. Pero de estos también hay clases y al parecer aquellos que sacas con sudor y esfuerzos varios en el INAEM carecen de cualquier valor para el contratante. Pero al menos queda la esperanza de lo aprendido sirva para la aventura de la FP. Por supuesto espero aprender cosas nuevas y excitantes. Quizás algún día sirvan de algo o simplemente se queden en una experiencia enriquecedora, aunque obviamente optaría por la primera opción.
Muchos meses han pasado desde el último post y os mentiría si lo justificara con estos nuevos estudios. Otras causas más importantes me han apartado del blog que prefieron no airear en estas públicas líneas. Solo espero aceptéis mis más sinceras disculpas y espero seguir con vosotros informándoos de aquellas películas que me hayan gustado o no. De aquellos hechos que sean curiosos salpicados por comentarios completamente subjetivos o simples notas intrascendentes para perder el tiempo.
Os deseos lo mejor, nos vemos aquí.

lunes, 23 de julio de 2018

La forma del agua /crítica con spoilers

Amor mojado.


Le toca el turno a la tan premiada y elogiada película de Guillermo del Toro. Qué pasó de dirigir la segunda parte de Pacific Rim para mostrarnos esta historia romántica de toque fantástico. Mucho menos complicada de dirigir que los grandes proyectos con los que se le había relacionado (El Hobbit, Pacific Rim 2, Hellboy 3, etc). Los malpensados podrían deducir que se ha vuelto un poco vago, pues la anterior fue la Cumbre Escarlata y antes dos episodios de The Strain; serie basada en su obra literaria. Supongo que su faceta de productor le ocupa demasiado tiempo.

Nos cuenta esta película el romance entre unahumana de corte humilde y solitaria y un ser fantástico, de naturaleza aquática claramente inspirado en un personaje secundario de Hellboy. Aunque de una época diferente y con un tono más triste e íntimo la cinta parece imitar el ambiente absorvente de Amelie. Pero sin ese positivismo que reinaba en la película francesa. No es que sea peor; si no con un matiz diferente. Quizás por eso la película se hace larga. Tal vez un poco pesada, pero si te gustan este tipo de películas no lo será para ti.

Personalmente me ha gustado bastante pues es una película que, sin estar exenta de fallos de coherencia o actos estúpidos, está llena de aciertos y escenas metafóricas de gran gusto. No recuerdo ahora cuantos premios ganó o estuvo nominada, ni cuales fueron estos para saber si realmente los pudiera merecer, pero sí que es una película que recomiendo ver.

Lo mejor: la presentación de la protagonista.

Lo peor; ¿para qué están las cámaras de seguridad? porque hay más de una, ¿sabe usted?

En resumen: para verla si no te asustan las películas romántico fantásticas.

jueves, 19 de julio de 2018

Cargo /crítica con spoilers

Llevando el tesoro por las inhospitas tierras autralianas.


Cansado de errar por La Tierra Media el hobbit cambia orcos, elfos y enanos por infectados en Australia. No sabemos el origen de la plaga ni nos importa. Bilbo Bolsón vive con su esposa y su bebé navegando por las tranquilas aguas de un ancho río hasta que, por culpa de algo que sucede en una de esas tantas estupideces que a los guionistas les gusta meter en este tipo de películas, optan por ¡robar! un coche para dirigirse al pueblo más cercano. Que no se yo cuan difícil será robar un coche pero el hobbit no tiene pinta de haberse ganado el pan al otro lado de la Ley. Y eso suponiendo que encuentren un vehículo con combustible. ¡Pues lo encuentran!
Y por obra y gracia del guión tienen un accidente de coche. Es lo que tiene conducir por pistas forestales a toda velocidad y distraer la atención justo cuando aparece un humano en medio de la calzada. Resultado: esposa muerta y él infectado.

Sabiendo que va a morir el resto de la película se lo pasa buscando a alguien que quiera cuidar de su bebé cuando él "cambie". Supongo que por eso la película tiene este nombre; porque va cargando con la niña toda la película buscando a alguien que se haga cargo de ella. Que por mucho que se desplace, andando o en coche, parece que siempre está dando vueltas en círculo.

Como suele ocurrir en este tipo de películas lo mejor son los encuentros entre humanos y los infectados, y ese mundo caótico en lo que sale lo mejor y peor de la raza humana. Sin embargo ese tono lento y pausado lastra cualquier logro que pudiera tener creando una película aburrida. Aún con los detalles de los zombies "avestruces" que se pasan el día con la cabeza dentro del suelo.

Lo mejor: el emotivo final.

Lo peor: ¿Por qué abandonan el río si no existe cura alguna? 

En resumen: una curiosidad que no pasará a ser de culto.


domingo, 15 de julio de 2018

Píldoras terroríficas / con spoilers: Insidious 4; the black room; Winchester la casa que construyeron los espíritus; la autopsia de Jane Doe

Llega el verano y apetece sentarse en el sofá disfrutar del aire acondicionado y si no tenemos suficiente con el fresquillo que santa Endesa nos proporciona con el AA nos ponemos películas de miedo para aprovechar los escalofríos espontáneos que estas nos otorgan. Pues no hay nada mejor que sentir que se te ponen los pelos de punta cuando un fantasma atraviesa en silencio la imagen de improvisto. ¿O no?

Insidious 4


La cuarta y hasta la fecha definitiva -pues no conozco noticia de ningún plan para alargar la saga- entrega que realmente se situa en segundo lugar cronológico de la misma. La vieja protagonista utiliza sus poderes de medium para liberar de espíritus, fantasmas o bichos varios, su vieja casita de la niñez. Una niñez no muy deseable marcada por malos tratos, incompresiones y huida del hogar. Vamos, que cualquiera quiere volver. Ella no, desde luego. Pero como es una viejecita buena se embarca en la aventura para además, de paso, limpiarse un poco el karma pues todo mal viene por un monstruo que ella liberó siendo muy niña. Y en cinco minutos después se cargó a su madre. E incomprensiblemente durante los ¿diez años? no vuelve a aparecer ni ella hace nada por ello. No me vale el descubrimiento de la posesión a su padre o mejor dicho influencia maligna. Pues de posesión nada, monada.

En fin. Que la verdad es que la película es bastante entretenida salvo por los presuntos toques graciosos de sus compañeros comportándose como adolescentes tontos antes las faldas de sus sobrinas.




The Black Room


Aquí hago trampa. ¡Porque no he sido capaz de terminarla de ver! No sé que me atrajo realmente de la película. El nombre; la sinopsis; o el plantel actoral. Pero la película es infumable. Tanto es así que de los 90 minutos aproximados que dura la película solo vi unos 40. Y me parecen demasiado. ¡Que me devuelvan el dinero!
Actuan en esta película la actriz de 5ª edad protagonista de Insidious y Natash Henstridge. Que los que empezamos a peinar canas recordaremos por Spices y al resto ni les sonará el nombre. Pero indicaros que en su momento fue un bombazo similar al de la mujer explosiva. Ese sí os sonará ¿verdad? Pero volviendo a los actores. Solo por estas dos ya debería picar la curiosidad. ¡Error! La película es un despropósito. Tal es así que casi pareciera rodada así a propósito. Posiblemente así sea. Porque la historia tampoco es que se pueda tomar en serio: una habitación negra permanece cerrada en el sótano de una casa ¿californiana? cuando sin realmente motivo -¿La visita de la nieta? ¡Los cojones treinta y tres! Anda que no habrá tenido mejores motivos en cuarenta o cincuenta años.- se abre y empieza a hacer de las suyas. En su plantel de acciones está el cargarse gente; absorver gente en sus negras paredes; poseer gente; y sobre todo, sobre todo fornicar con la gente. Al menos eso se dice porque por mucho magreo que salga en la película -por otro lado realmente de lo más casto- no aparece ni un misero polvete ¡pero nada! Por lo menos lo que yo he visto.
Dicen que se trata de un demonio salidote que anda deseando clavársela a cualquiera que se menee una falda y luego pasa lo que pasa.
Realmente mala. Ni siquiera penséis en ella.

Winchester, la casa que construyeron los espíritus


Moderna película de mejor manufactura que la anterior. Se aprovecha de la leyenda de la mansión Winchester y de ahí nos narra una excelente historia de fantasmas de buena realización, historia y donde la misma casa es un personaje en sí.
Además los actores lo hacen muy bien y Helen Mirren se sale. 
Cierto es que si le quitamos la casa y sus particularidades -no pueden dejar de construir porque si no los fantasmas se cabrean- nos encontramos con una historia de casa encantada al uso. Pero eso no la desmerece. Ni siquiera el terremoto del final queda mal.
Realmente merece la pena.

La autopsia de Jane Doe


Pues la pasma se encuentra en una casa cerrada por dentro una masacre y en el sótano de la misma el bello cadaver de una mujer semienterrado en la tierra. Así, a lo bruto. Sin ataud ni nada. Pues como es un pueblo pequeño y la prensa va a querer respuestas pronto no pierden el tiempo en llevarlo al forense del pueblo y acuciarle para que tenga la autopsia al punto de la mañana. Vamos, que son las nueve de la noche y llevas tu turno más que cumplido y en lugar de decirle al sheriff que les diga a la prensa que están en ello y que les dirán algo cuando tengan los resultados te pones a ello como si no tuvieras vida social. Y no la tiene. Pero el hijo/aprendiz sí. Pero es tan tonto que manda a su novia a paseo y vuelve para ayudar a su papa.
Claro que la mujer muerta no es un cadáver normal. Conforme la van estudiando van descubriendo cosas extrañas; articulaciones rotas sin señales externas; pulmones calcinados; marcas de cuchilladas internas, etc.
Pues si alguno leyendo esto piensa lo mismo que pensé yo se equivoca. No es un vampiro. La cosa es aún más extraña y no la pienso reventar. Aunque al final reviente todo Dios.
Una película recomendable aunque repleta de cosas que yo no haría pero muy bien llevada. Con unos diálogos inteligentes y unos comportamientos lógicos.
Solo me pregunto: ¿cómo diablos entra la novia al recinto después si todo está cerrado?




Pues hasta aquí las píldoras de terror últimas que he podido disfrutar. A ver cuando me dedico más al blog y podré escribir más largo y tendido sobre otras "maravillas" del celuloíde.

A continuación os dejo los trailers de las películas en cuestión.











jueves, 5 de julio de 2018

Fahrenheit 451 /crítica con spoilers

Vuelven las piras de papel, ¿o no?


Admitámoslo; era difícil. No entiendo qué les ha motivado meterse en semejante jardín pero ya que lo han hecho veamos si esta nueva versión supera o mejora la original. La de Truffaut. Del relato no diremos mucho -más bien nada- pues al no haberlo leído poco podemos decir.


Podrían haber rodado esta nueva versión a lo fácil. Según la tecnología de entonces sin todos los avances que las décadas nos han brindado. Pero lejos de acomodarse han hecho un patente esfuerzo al crear esta sociedad distópica ¿futurísta? adaptándola a las redes sociales, ordenadores y demás tecnología de vanguardia. Un diez por el esfuerzo y por el resultado. Lo malo es haber perdido el alma por el camino.


No solo han modernizado el mundo sino también la trama y la película en sí, cambiando el tono intimista e introspectivo por una trama sin sustancia en la que se mantienen los bomberos quemando ¡ordenadores! y cuatro detalles más. Importantes pero no definitorios. La película sustituye la esposa del bombero protagonista por romance estraño y sin química con una "ilegal" ¡Error! Era el día a día con su querida esposa lo que realmente nos mostraba el poder de la letra escrita y como se transformaba la mente del bombero protagonista. Y no varios encuentros -atropellados y sin gracia alguna- con alguien que no conocías de nada y ¿de repente lo es todo para ti? 
Tampoco ayuda mucho el sustituir las piras de libros ardiendo por pantallas y torres de ordenador en llamas. Eso no emociona. Hay algo profundamente arraigado en el subconsciente colectivo que explota al ver arder los libros. Estos siempre han sido el símbolo del libre pensamiento ante la opresión. Los discos duros... no es lo mismo. Aunque parece que a mitad película se dieron cuenta y nos ofrecen una nueva versión de la escena de la quema de la anciana con su biblioteca.
Pero te deja frío. ¿Y porqué minutos antes el jefe de bomberos le obliga, prácticamente, a leer una página de un libro? ¿Se aburre y pretende llevar a su más y mejor discípulo por el reverso tenebroso de la página impresa? ¡Es estúpido!

Sinceramente, no sé que pretendían al hacer esta película. Denunciar un estado totalitario o denunciar el libre albedrío. Porque con el único que llegas a empatizar es con el jefe de bomberos. Con él sí que hay cierta introspección y somos, hasta cierto punto, partícipes de su lucha interna.


Tenemos pues una película más moderna, sí, con todos los defectos que conlleva una película de estudio que pierde el Norte. Intentando parecerse más a V de Vendetta que a la historia original. Alargándola innecesariamente y por ello teniendo que prescindir de lo mejor.

Lo peor: el miedo, miedo a hacer una buena película al intentar complacer a todos.
Lo mejor: la adaptación de la distopía a los tiempos actuales.

En resumen: fallido intento que nos aburrirá bastante sin importar las novedades añadidas.

lunes, 2 de julio de 2018

Death Note: el nuevo mundo /crítica con spoliers

La saga de la libreta de la muerte continua, ¿para bien?



Los shinigami (estos demonios especiales de la serie) se aburren y deciden inundar la Tierra con "libretitas de la muerte" de estas. Al poco de empezar  se nos presenta a un cuerpo especial de polícía creado para ir deteniendo a todos los "Kiras" que fueran apareciendo. ¡Y su única protección son gafas de sol y bufandas para que no es vean el rostro! ¿No sería más práctico unos simples pasamontañas? Incluso podrían tunearlos con logos especiales del cuerpo, no se yo. ¿Y porqué no disparan a esa asesina antes de que apunte más nombres en la Death Note de turno? Menos mal que aparece alguien más inteligente que sí le pega un tiro y va convenientemente tapado con una máscara. Es el nuevo L; la némesis de los Kira.
«Solo puede haber 6 cuadernos en el mundo de los humanos» les dice un demonio de estos a los policías. Al que curiosamente le pueden ver todos aunque no están en contacto ni posesión de un Death Note; parece que la capacidad de visionarlos dura un tiempo después de un leve contacto con el forro del cuadernillo de marras. Así que si los reunen todos y los guardan bien guardaditos todos tendremos el culo a salvo.
Salvo que pulula por ahí un tipo nuevo que se presenta como Kira que hace que mantengan el culo prieto, bien prieto.
¿¡Pero qué tontería es esa del juego del gato y el ratón intelectual entre L y Kira!? ¿Qué necesidad tiene Kira de hacer esa tonteria? Ya era estúpida en la serie y pues ahora se rebozan en ella. Sería mucho más fácil ir sacando la información poco a poco y luego dar el golpe final y sin tiempo para que nadie te pueda acusar ni mandangas similares. Parece que solo se acuerdan de que se puede obligar a las víctimas a hacer lo que quiera antes de morir cuando les interesa a los guionistas.
Total, que si te gustó el toma y daca del manga/anime/película japonesa pues igual vas a disfrutar aquí. Pero como puedes ver si hilamos un poco más fino cae en ciertas fallas que en la primera solo se podían justificar pues por aquello de que era la primera vez y todo toca de sorpresa.
Sin embargo la película esta bastante bien dirigida e interpretada. Incluso tiene unos efectos especiales geniales. El mundo de Death Note se amplía con nuevos Shinigamis -bellísimo el que está con L- y algunas normas o "características del juego" nuevas (o que yo desconocía).

En resumen: ver, disfrutar y olvidar.

Lo mejor: que no se parece a la versión de Netflix de la primera película.
Lo peor: tantos death notes podrían haber dado mucho juego pero al final se han volcado en algo más simple y fácil.

sábado, 16 de junio de 2018

7.9 El Errante: las bestias de la guerra. -Apresados / el intercambio.

El auténtico rey de Tripemes frente a la leyenda viva del Errante. Ambos se conocen lo suficiente para no andar jugando con el otro. ¿O no?



-Anteriormente:
«–¡Te recuerdo que no estás en posición de exigir nada! –Le gritó levantado mostrándole su puño cerrado.
–¿Y quién de tus fieles va a impedirlo, necio?
No necesitó desenfundar ninguna katana. Frente al reto todos se echaron hacia atrás intentado confundirse con los muros del salón.»

Resignado al ver que su farol no había dado resultado Miklos se volvió a sentar en su trono.
–Sólo te lo diré una vez. Me darás ahora la redoma, o te la arrancaré de tu mano muerta.
–¿Te refieres a ésta? –Le preguntó mostrándole un pequeño frasco de cristal azul–. Como antes has dicho, teníamos un trato –le recordó balanceando el frasco entre los dedos–. ¿Dónde está el libro?
Con un rápido movimiento –que hizo que varios ladrones tropezaran entre ellos al saltar hacia atrás– abrió su bolsa y de ella sacó un libro encuadernado con una piel parda.
–Aquí –le indicó mostrándoselo.
Con un fino gesto Miklos indicó a un asesino situado a su derecha que se acercara a recogerlo.
–¡No! –Su voz retumbó y el asesino se detuvo asustado incapaz de continuar.
–Ven tú a por él –le dijo sonriendo.
Miklos estaba perplejo. Nunca nadie le había ordenado nada. Bueno, tampoco nunca nadie había irrumpido en su “fortaleza” –ni siquiera la Legión–, ni resistido sus ataques. Estaba perdiendo todo crédito y corría el riesgo de perder el mando de sus “tropas”.
–¡Levanta! Y no olvides el frasco.
Cuando antes se acabara mucho mejor, ya pondría orden en sus filas más tarde. Quizás tendría que cortar dos o tres, o veinte cabezas, pero volvería a tener de nuevo el mando y el poder.
Se levantó.
Lentamente se acercó al Errante.
–De acuerdo. Lo haremos a la vez; tú me das el libro y yo te doy este frasquito –le dijo balanceándolo delante de sus narices.
Vángar no digo nada. Con su mano derecha acercó un poco el libro a Miklos al tiempo que él le imitaba con la redoma.
El intercambio se realizó sin problemas.
Alegre, casi brincando, se acercó a su trono y se dejó caer sobre él.
–Sólo una pregunta: ¿Cómo lo conseguiste?
–Léelo. Está escrito en él, todo está escrito. Sólo has de pedírselo –y si Vángar sonrió nadie se percató de ello.
Miklos sonreía mientras acariciaba el lomo de la cubierta.
–¿Cómo consiguió el Errante el libro del Oráculo de Lotos?
El libro se abrió y las páginas se pasaron solas. Al detenerse Miklos pudo observar como éstas estaban en blanco.
–Vaya –observó frustrado.
En el libro las letras empezaron a aparecer como escritas por la invisible pluma de un espíritu escriba.
–¡Oh! –Exclamó asombrado–. El Errante detuvo su montura a las puertas de la Torre de Lotos, hogar del Oráculo de Lotos, en Tierra Seca –comenzó a leer en voz alta.
«Una voz bramó en el cielo: “¿Qué vas a sacrificar?”, preguntó. El Errante negó tal sacrificio y ordenó que se abriera la puerta.
»Los gigantes de piedra, antes meras estatuas decorativas, se convirtieron en carne al tiempo que rompían su inactividad. Bajaron de su pedestal entablando batalla con el Errante. Pese a la evidente desventaja numérica el Errante venció con facilidad a los gigantes y entró en la torre.
»Subió por su larga escalera de caracol sin encontrar oposición alguna y llegó a la cámara del oráculo.
»”Vengo a por el libro”, le avisó al anciano. “Lo sé. Cógelo, no te lo impediré”, le contestó el oráculo sin siquiera levantarse de su silla. 
»El Errante cogió el libro y se fue de la habitación sin oír como el oráculo le daba las gracias.
–¿Por qué te tenía que dar las gracias? –Preguntó Miklos extrañado.
Mas el libro contestó por él.
Una extraña e invisible fuerza empezó a succionar la sangre de todos los presentes, excepto de Vángar y de Miklos. Les salía de la nariz, de los labios. Los ojos estallaban para dejar escapar chorros rojos que caían violentamente en el suelo. Se escapaba por las uñas, se abrieron todos los poros y la sangre manaba de los cuerpos para deslizarse sobre el suelo hacia el trono.
La sangre se detuvo debajo del libro sostenido por temblorosas manos. Formó una columna para elevarse y ser absorbida por el lomo y sus páginas.
–¡Tú! ¡Lo sabías! –Le acusó al Errante.
–Sí.
Vángar alzó su mano derecha y un portal azul apareció junto a él. La fatiga le atacó instantáneamente obligándole a tambalearse para atravesar el portal.
Al otro lado unas manos fuertes, al mismo tiempo que delicadas, sujetaron a Vángar cuando trastabillaba por el césped.
Vángar levantó la vista: Una amazona le sujetaba mientras susurraba amables palabras.
–Aquí está –le dijo mostrándole el frasco–. Lo he conseguido.
Las tinieblas nublaron su vista y lo último que alcanzó oír fue el grito de la amazona llamando a su reina.

sábado, 9 de junio de 2018

7.8 El Errante: las bestias de la guerra. -Apresados / Teníamos un trato.

Tripemes es lo peor. Y de lo peor de lo peor está el inframundo. 



Las botas del Errante pisaban los secos charcos de sangre de los legionarios que decoraban morbosamente el pavimento del inframundo. Como era habitual nadie se preocupó de limpiar las pordioseras calles plenas de inmundicias y desechos. Los cadáveres descompuestos se amontonaban en los oscuros callejones confundiéndose legionarios y guardias del virrey con ladrones, asesinos y víctimas de los habituales atracos de la zona.
Pero Vángar caminaba con paso seguro, sus dos espadas enfundadas mostraban un claro desprecio por el clandestino ejército de Miklos. Su mano diestra sujetaba la correa de su petate que colgaba sobre su hombro derecho. En su mano izquierda portaba las cabezas degolladas de los tres asaltantes en señal de advertencia.
Al principio nadie se percató de su presencia pero conforme se adentraba en el estrecho laberinto de callejones la gente se empezaba a asomar por las ventanas de sus casuchas. La gente en la calle se apartaba de su paso, ladrones y asesinos por igual, buscando en sus corazones una chispa de valor para enfrentarse a él.
–No podemos fallar –susurró una voz en las alturas.
–Fallaremos –murmuraba otra sentenciando.
–No. Desde aquí no.
Sin detener su paso Vángar les miró directamente. Dos arqueros se encontraban en una de las múltiples pasarelas de madera y cuerdas que unían unas casas con otras.
–Nos ha oído.
–Imposible –les oyó decir el Errante.
Con un gesto de su dedo índice de su mano derecha Vángar les indicó que no lo intentaran. Ellos se apartaron de la barandilla de cuerdas mientras el Errante continuaba su camino permitiéndose una sonrisa.
Llegó un momento en el que la escoria del inframundo se agolpaba para verle pasar. Andando por un estrecho pasillo humano el Errante llegó a una gran plaza.
No había fuente ni estatua alguna, simplemente un suelo empedrado que servía como antesala a la “fortaleza” de Miklos. En la puerta de esta “fortaleza” –una simple casa de madera de tres pisos de altura– un enorme guardián vigilaba el paso. Desnudo de cintura para arriba, vestía un amplio pantalón y decenas de colgantes dorados. Su piel de ébano le confundía en la oscuridad pero el brillo del acero desnudo de su alfanje delataba su posición e intenciones.
Con su medio metro más de altura y el doble de hombro a hombro el vigilante se posó justo delante del Errante blandiendo con escasa convicción su pesada arma.
El Errante le observó fijamente con su ojo descubierto.
–Aparta –le ordenó y su voz parecía fuego del auténtico Inframundo.
Y todo resto de valor desapareció en el vigilante de ébano. Un sudor frío le recorrió la frente y cayó por su espalda. Su espada pesaba mil veces más de lo que nunca hubo pesado. Recordó el día que la empuñó por primera vez. El día que Miklos le contrató. Las veces que tuvo que usar su alfanje cumpliendo su deber. Su pulso falló y la espada cayó. 
Con resignación se hizo a un lado para dejarle paso.
Una flecha sesgó el aire clavándose en la yugular del guardián. 
Un arquero en uno de los ventanales preparaba la siguiente flecha. 
El guardián cayó entre gorgoteos delante de Vángar.
Otra flecha voló directa a él.
La mano diestra de Vángar la interceptó en el aire y con un rápido movimiento se la clavó en el ojo izquierdo del arquero que cayó sonoramente en el empedrado suelo.
El Errante anduvo por encima de los dos nuevos cadáveres y abrió la puerta con una sonora patada.
La puerta daba acceso directo al salón. Éste ocupaba las dos primeras plantas. Grandes columnas de madera sujetaban el entarimado que sostenía la tercera planta. Una pasarela de madera rodeaba toda la estancia donde debería estar la segunda planta comunicándose con la primera mediante simples escaleras de madera. Al fondo un amplio sillón de madera cubierto con lujosas pieles hacía la función de trono, y sentado sobre él su rey, Miklos, observaba a sus tropas apostadas sobre la pasarela –arqueros– y alrededor de los muros de la primera planta del salón –ladrones y asesinos–.
Miklos no era un hombre excesivamente robusto, más bien delgado. Vestía un tocado blanco adornado con filigranas doradas que hacían juego con sus sandalias, anillos y collares. Una laza melena rubia caía sobre sus hombros y una pequeña perilla rubia acabada en punta marcaba el final de su aguileño rostro.
–¡Miklos, bastardo hijo de una puerca ramera!
Vángar entró con la furia de un tornado en el salón de la “fortaleza”.
–¡Teníamos un trato, sucio patán! –Le gritó señalándole con gesto acusador.
–Y todavía lo tenemos, amigo –le contestó Miklos con un gesto amanerado.
–¿Me tomas por estúpido? –Le preguntó lanzándole con fuerza las tres cabezas sobre sus piernas.
El impacto hizo que Miklos perdiera el resuello pero Vángar esperó su contestación.
Sólo pretendía asustarlo, que no se diera cuenta de cuanto necesitaba la redoma. No podía permitírselo pues podría pedir un precio más alto obligándole a tomarla por la fuerza y en la lucha se podría perder el preciado líquido en el suelo de la batalla.
Con gesto de repugnancia Miklos comenzó a hablar:
–No. Claro que no –contestó–. Éstos –explicó sujetando las cabezas de los pelos– son sólo simples desertores que prefirieron buscar fortuna por su cuenta. Sin tener yo conocimiento de ello, por supuesto. Sabes que yo nunca te pondría en peligro. Lo sabes, ¿verdad?
–Ya, claro. Explícale eso a tu asesina en el Inframundo. Embaucador.
Sabía que estaba muerta. Lo sabía porque no había regresado como en tantas ocasiones. Lo sabía pero era un detalle que había preferido olvidar hasta después de la reunión. La cólera le invadió pero fácilmente la disipó. Aun así decidió fingirse fuera de sus cabales.
–¡Te recuerdo que no estás en posición de exigir nada! –Le gritó levantado mostrándole su puño cerrado.
–¿Y quién de tus fieles va a impedirlo, necio?
No necesitó desenfundar ninguna katana. Frente al reto todos se echaron hacia atrás intentado confundirse con los muros del salón.

sábado, 2 de junio de 2018

7.7 El Errante: las bestias de la guerra. -Apresados / un destello de esperanza.

Viajar como esclavistas siempre está ligado a estar bajo continuas sospechas, continuos controles y miradas de envidia y repulsión por igual. Igual en uno de estos controles nuestros amigos tengan la fortuna de encontrar la libertad.



-Anteriormente:
«–¡Oh! –Exclamó Sebral con una sonrisa –. Sí, es capaz de todo eso y de mucho más. Incluso él solo ganó una guerra... –hizo una pausa pensativo– pero hablo demasiado y debo callar –concluyó.
–Vamos, sigue –rogó Saera.
–No cariño. Hice un juramento de silencio que no pienso romper.
–Yo lo he roto –protestó Ermis.
–Tu elección, nadie te ha obligado a ello. Yo callaré.
–¡Callaos los de dentro! –Gritó uno de los esclavistas– ¡Silencio!»

–¿Qué sucede? –Le preguntó Shárika a Thomas– ¿Puedes ver algo?
–No, espera –le dijo mientras intentaba ver por los rotos de las lonas que cubrían el carromato.
–Legionarios –susurró esperanzado.
–¿Cómo?
–Legionarios, tres, a caballo.
Un látigo restalló junto a los barrotes sobresaltando a los presos.
–¡Silencio! –Volvió a gritar el esclavista–. Obedecer u os sacaré la piel a tiras. Arrancaré vuestros 
músculos uno a uno y haré caldo con vuestros huesos.
–Qué gráfico –comentó Sebral en voz baja haciendo sonreír a la princesa.
Los legionarios llegaron a la altura del carromato.
–¡Alto! –Gritó uno de ellos.
Mientras que el legionario que había dado la orden permaneció enfrente del carro impidiéndole avanzar, los otros dos rodearon al vehículo para detenerse finalmente junto a Madrix, que estaba sentado delante, a la derecha del conductor.
–¿Por qué unos legionarios, guardianes de la paz –añadió melosamente–, hacen detenerse a unos honrados mercaderes en su paso de un mercado a otro?
Los legionarios rieron.
–¡Por Seanil que nunca había oído desfachatez semejante! ¿Honrados mercaderes? Esclavistas más bien.
–Mercaderes somos puesto que mercancía vendemos, señor –se defendió Madrix–. ¿Queréis echar un vistazo a la nuestra? Estoy seguro que podría ofrecerle un buen precio.
El legionario escupió al suelo.
–Si por mi fuera no tendrías mercancía alguna, tratante –le contestó ofendido–. Pero no está en mis manos impedirlo. Sólo dime, ¿a donde os dirigís?
–A Lican, mi señor. A Lazheria.
–¡No le creáis! –Gritó Thomas sobresaltando a todos.
–¡Calla! –Le ordenó Shárika.
–¡Por el Primero! ¡Sacarnos de aquí! –Azuzó Thomas.
Al reconocer a uno de los suyos los legionarios desenvainaron sus armas. Los dos del lateral cargaron contra ellos.
–¿Esclavos? Pagarás con tu vida por esto –amenazó a Madrix el restante, todavía frente a él.
Becar apareció sobre la jaula del carromato disparando su arco. Su flecha se clavó certera en el cuello de uno de los legionarios que se derrumbó sobre uno de los esclavistas. El otro legionario continuó su carga rebanando el cuello de otro enemigo. Telsat lanzó su boleadora enganchándolas en las manos del caballo. Éste cayó derribando a su jinete que no tardó en verse rodeado por cuatro esclavistas.
El tercer legionario lanzó un puñal a Madrix pero éste fue más rápido e interpuso a su compañero. El legionario rodeó el carro por la izquierda para poder atacar desde atrás a los esclavistas. Becar se ocupó de él con una de sus flechas y el legionario superviviente no tardó en acompañar a sus amigos en su viaje al Inframundo.
Cuando todo hubo acabado Madrix arrojó el cadáver del conductor al suelo.
–¡Por Meron que así no hay forma de hacer negocios! –Exclamó.
Bajó del carro e ignorando los cuerpos de los legionarios ordenó abrir la jaula.
–¿Os parece bonito? –Les preguntó a sus presos–. Podíamos haber sacado un buen negocio adelante pero no, el señor capullo tenía que gritar... ¿qué era eso? Ah sí, ¡por el primero! Pues serás el primero en recibir una lección, el primero y el último. Creo que la necesitas. ¡Sacarlo fuera! –Ordenó airado.
Lo sujetaron entre dos de los esclavistas mientras Becar desenrollaba su látigo delante de él.
Madrix se acercó a Thomas.
–Éste es Becar –le presentó–. Es un gran arquero, ¿sabes? El mejor que yo haya visto. Por eso le tengo conmigo, claro.
–Encantado –contestó irónicamente Thomas.
–¿Encantado? ¡Ya! No creo que lo estés. ¿Sabes? No sólo tiene buena puntería con el arco, con el látigo..., con el látigo es un maestro.
–Lo creo –volvió a interrumpir.
Un puñetazo de Madrix lo silenció.
–Sebral, ¿puedes hacer algo? –susurró Neamer.
–Sí puedo. Pero no nos desharíamos de ellos y después, ¿qué? Estoy demasiado débil para algo mayor.
–De ésta no sale –sentenció Ermis.
–Calla –le ordenó Shárika rabiosa por la impotencia.
Madrix se hizo a un lado y dijo:
–Maestro, demuéstranos lo que sabes hacer.
El látigo acertó el rostro de Thomas a la primera. Después Becar se recreó formando un macabro mosaico en la piel del legionario. Aunque no lo demostrara Madrix observaba fascinado el coraje y aguante de aquel legionario que recibía el castigo en completo silencio.
–¡Basta! –Interrumpió–. No tenemos tiempo. Acabar con él y luego meter todos los cadáveres en la jaula. Tendremos que viajar de noche para salir de Xhantia cuanto antes.
Becar guardó su látigo. Otro esclavista se acercó al sangrante Thomas y empezó a propinarle una serie de puñetazos. Cuando Thomas se derrumbó sobre la hierba varios esclavistas se unieron con su compañero para darle patadas al rebelde esclavo.

sábado, 26 de mayo de 2018

7.6 El Errante: las bestias de la guerra. -Apresados / traición y huída en Trípemes.

Ya sabíamos que Trípemes era un estercolero. El paraíso de la baja estofa. Ahí donde el mal anida y se expande como una enfermedad al resto del mundo. Pero hubo un tiempo en que se intentó erradicar ese mal.




-Anteriormente:
«Las marcas de la paliza eran patentes en su rostro y brazos, y sólo la mitad de los cortes sufridos parecían haber cerrado, pese a la magia de Sebral.
–Sobreviviré... creo –pero al intentar incorporarse el dolor le obligó a gritar–. Si no me muevo, claro está –añadió.
La tensión se rompió en un aluvión de risas contenidas que todos agradecieron.»

–Con él esto no nos hubiera pasado –dijo Saera.
Era un comentario impertinente propio de una niña. Una acusación velada que nadie tuvo ánimos de responder.
–Ese hombre salvó mi vida –confesó Ermis después de un incómodo silencio.
Shárika, que comenzaba a dudar de su capacidad de liderazgo y de llevar la misión a buen término, le contestó:
–Nos la salvó a todos.
–No –hizo una pausa–, antes. En Trípemes.
–¿Qué pasó? –Quiso saber Saera.
Ermis tragó saliva. Estaba apunto de romper un juramento de silencio sobre lo sucedido en aquella maldita ciudad, pero lo volvió a meditar y permaneció en silencio deseando no haber dicho nada.
Todos aguardaban expectantes, incluso el incesante traqueteo del carromato había vuelto a enmudecer interesado en su historia. La incesante curiosidad de Saera le azuzó para continuar.
–Todas las ciudades tienen sus bajos fondos –comenzó a explicar–Algunos más grandes que otros pero incluso la más pequeña de todas posee una calle en la que una dama no se aventuraría una vez ocultado el Sol. Pero Trípemes –respiró meditabundo para tomar fuerzas–, Trípemes es toda un bajo fondo –dijo acelerado–. Vale que todas las ciudades pueden ser peligrosas de noche, pero en esa ciudad no hay calle libre de la delincuencia: Asesinatos, robos, peleas... todo campa por doquier. La Guardia permanece asustada en sus cuarteles por la noche patrullando por el día en grupos de siete u ocho. Las casas nobles están corruptas y el Virrey vive temeroso en su palacio. Pero incluso en esta fétida ciudad hay también bajos fondos; el Inframundo lo llaman.
–Los bajos de los bajos fondos –bromeó Thomas haciendo sonreír a Saera.
–Sí. Ahí se oculta Miklos, el auténtico dueño de Trípemes.
–Y ahí estabais vosotros, ¿me equivoco? –Preguntó Sebral.
–No, no te equivocas. Después de dos incursiones en el Inframundo aquella vez parecía la definitiva. Cien legionarios entramos en aquel laberinto de callejones detrás de un guía que juraba por los dioses conocer el Inframundo como la palma de su mano.
–¿Os traicionó? –Quiso saber Shárika.
–La vanguardia cayó al instante. Cuarenta almas fulminadas bajo una lluvia de lanzas y flechas arrojadas por simples rateros y asesinos.
«Los restantes..., algunos se intentaron proteger con sus escudos y avanzar, otros simplemente huimos –confesó.
»Corrimos entre un mar de cuerpos que caían y se abatían entre gritos de dolor. Esquivando a nuestros compañeros que luchaban contra aquella escoria. Varios de ellos intentaron cerrarnos el paso pero uno a uno fueron abatidos por flechas y saetas; creo ahora que él nos cubría mientras huíamos asustados. Alcanzamos un callejón lateral, luego otro y después otro. Sin parar de correr dejamos aquella matanza atrás sin volvernos a mirar ni siquiera un instante.
»Hubo un momento en el que nos llegamos a perder. Fue entonces cuando miramos el callejón recorrido y vimos varios cadáveres de nuestros perseguidores que nosotros no habíamos dejado. Seguimos corriendo y por fortuna logramos salir de aquel laberinto. Aquel día Nebra tuvo que ampliar su reino y Sark nos maldijo por nuestra cobardía.
»Entonces juramos no contar nada a nadie.
–A veces, una retirada a tiempo supone la mayor de las victorias –le intentó animar Thomas.
–Huimos cobardemente.
–Ermis. Te he visto cumplir mis órdenes, luchar valientemente a mi lado. Tú no eres un cobarde. Sé que no eres un cobarde –le dijo Shárika.
–Pero lo fui, mi sargento.
–¡Y dale! –Exclamó Thomas. –No puedes pretender ser como El Errante. 
–Eso es cierto, muchacho –le dijo Shárika.
–Puede ser, pero me gustaría serlo –deseó–. Hasta conocerle creía que era un mito, una leyenda cuyas hazañas eran producto de la desbordante imaginación de un juglar, cuentos para niños. Pero después de verlo luchar, ¡parecía pasearse entre los monstruos del Bosque Lubre!, he de creer todo lo que de él se dice.
–¡Oh! –Exclamó Sebral con una sonrisa –. Sí, es capaz de todo eso y de mucho más. Incluso él solo ganó una guerra... –hizo una pausa pensativo– pero hablo demasiado y debo callar –concluyó.
–Vamos, sigue –rogó Saera.
–No cariño. Hice un juramento de silencio que no pienso romper.
–Yo lo he roto –protestó Ermis.
–Tu elección, nadie te ha obligado a ello. Yo callaré.
–¡Callaos los de dentro! –Gritó uno de los esclavistas– ¡Silencio!

domingo, 20 de mayo de 2018

Gorrión rojo

Los juegos del hambre pasan a la guerra fría. 


¿Quién dijo que la guerra fría había terminado? Los espías siguen más vivos que nunca. Y las películas de espías también. Nos encontramos con esta una película de la manufactura más clásica; en la que prima la trama en yuxtaposición a la acción. Cierto es que alguna escenita de acción sí que hay pero como te despistes cinco minutos pierdes el hilo y ya no sabes quién es el bueno, el malo, o que rol hace realmente tal espía o tal otro espía. 


La película está dividida en dos partes bien marcadas: la desgracia de la protagonista con su enrolamiento/entrenamiento y la parte de la misión. Cada una de ellas interesantes en su estilo y forma aunque personalmente me decanto más por la segunda. De la cual no diré más que es aquí en donde debes estar atento a lo que acontece para seguir la trama sin perderte. 
Jennifer Lawrence se pasea por la primera parte con su cara de sota intentando aparentar cierta frialdad pero es después cuando actúa con mayor soltura, pero sin sobresalir. Muy bien acompañada con Joel Edgerton que realmente creo que la eclipsa un poco. A esto hemos de añadir la siempre gratificante presencia de Jeremy Irons. Creo que este hombre si hiciera una película sin hablar sería igual de genial.

El director Francis Lawrence cumple, sin más. Un director curtido de video clips que sin embargo ha tenido la fortuna de hacer éxitos como las tres últimas películas de Los Juegos del Hambre o Soy Leyenda. De Constantine no hablo porque puedo crear controversia. Es un director efectivo pero sin toque personal alguno. Lo que antes se llamaba un director de estudio. Solo que este ha tenido suerte o ha sabido elegir.


En resumen: buena película de espías.

Lo mejor: la trama de la segunda parte y su solución final.
Lo peor: quizás sobren algunos minutos, pero solo quizás.

PD: mientras veía la primera mitad no he podido evitar ciertos paralelismos con la historia de La Viuda Negra de Marvel. Me pregunto hasta que punto se han basado en ella.




7.5 El Errante: las bestias de la guerra. -Apresados / Neamer, la amazona.

La magia puede ayudar a curar las heridas físicas, pero las heridas del corazón, un alma rota, tarda mucho más en curarse. Es tiempo de revelaciones y buscar apoyo en los demás.

Hecha un ovillo Shárika lloraba junto a la entrada de la jaula mezclando sus lágrimas con la sangre que no paraba de manar de su nariz –aunque cada vez con menos intensidad–. Ermis, rabioso de impotencia, buscaba palabras de consuelo pero todo aquello que deseaba decir se enganchaba en su escasa educación. No era cierto que se olvidara de la reciente pérdida de un compañero pero acostumbrado como estaba a la muerte era la visión de su superior la que le rompía el corazón.
Saera, despierta junto a Sebral y libre de cadenas y grilletes, intentaba consolar a la mujer a la que había aprendido a respetar y querer. Pero sus abrazos y palabras de consuelo rebotaban frente al muro que Shárika había construido.
Encerrada en sí misma no tuvo siquiera palabras de agradecimiento para Sebral, el cual mediante su magia había conseguido mitigar su dolor físico. Pero las viejas heridas internas todavía estaban; y dolían más que nunca.



–Neamer... –contestó entre sollozos a las continuas llamadas de Saera.
Fue casi un susurro que nadie entendió.
–¿Cómo? –Preguntó Sebral.
Shárika consiguió frenar sus lágrimas a fuerza de voluntad.
–Neamer, mi auténtico nombre es Neamer.
Ante esta revelación nadie dijo nada. Mudos en la oscuridad de la jaula tapada con rotas lonas miraban estupefactos a la sargento.
–Nací esclava en el reino de Ellodes, junto a la Gran Muralla –continuó explicando y poco a poco su voz se fue serenando–. Nací y crecí esclava bajo las órdenes del gobernador local. Me vi obligada a obedecer en todo momento y situación. Durante años sufrí abusos del gobernador y su familia pero llegó un día en el que, siendo una adolescente, me rebelé ante sus continuas humillaciones.
Durante la confesión el mundo parecía haberse silenciado; incluso el traqueteo del carro había desaparecido brindándole a la destrozada Neamer completo protagonismo.
–Mi intento fracasó casi en el mismo instante en que lo pensé y por él fui condenada a muerte. Tuve suerte... cuando el verdugo iba a bajar el hacha un famoso tratante de gladiadores que había oído mi historia me compró fascinado por mi carácter violento y rebelde.
«Fui entrenada como gladiadora debutando en un pordiosero circo de pueblo para adquirir pronta fama. A los pocos años me llevaron a Lazheria en cuyo circo se batían los mejores gladiadores del mundo. Fui presentada como Neamer, la Amazona.»
Ermis, pese a estar fascinado por la revelación, intentaba calcular su situación: Les faltaba un día, aproximadamente, para alcanzar la frontera de Lican. Llevaban medio día de camino en la misma dirección. ¿Se dirigían sus captores a su mismo destino? ¿Hacía la capital de Lican, Lazheria, tal vez? ¿Conseguirían pasar la frontera con tres legionarios en su jaula? Estas preguntas bailaban en su mente durante el viaje pero por más que intentara responderlas no concebía respuesta alguna.
–Como Neamer, la Amazona, conquisté mi libertad en Lican. Aquel día juré por los dioses que nadie más volvería usarme –continuaba explicando Shárika. Aunque saltaba a la vista su incomodidad al contar su secreto parecía que le había hecho olvidar las humillaciones a las que se había visto sometida horas antes.



–Entonces hubo un incidente. Un capitán de la guardia intentó obligarme a acceder a sus deseos. Con mi daga marqué su rostro. Aquella misma noche huí del reino hacia Ákrita; en donde me enrolé en la Legión.
–Vaya. Parece que nuestra sargento tenía más de algún secretito –dijo Thomas.
Encadenado y medio tumbado en la jaula parecía haber estado inconsciente durante todo el camino –¿Aprendisteis a cocinar? Tengo un hambre atroz –Preguntó sonriéndole.
–Sabía que podía contar con tu comprensión –le contestó Neamer correspondiéndole la sonrisa.
–Un legionario siempre apoya los suyos, ¿cómo te encuentras?
–Mejor, mucho mejor, ¿y tú?
Las marcas de la paliza eran patentes en su rostro y brazos, y sólo la mitad de los cortes sufridos parecían haber cerrado, pese a la magia de Sebral.
–Sobreviviré... creo –pero al intentar incorporarse el dolor le obligó a gritar–. Si no me muevo, claro está –añadió.
La tensión se rompió en un aluvión de risas contenidas que todos agradecieron.

domingo, 13 de mayo de 2018

El extranjero

EL IRA ha vuelto, y a Jackie le toca cargárselo.



El año pasado se estrenó de tapadillo en los cines una película curiosa que pasó casi sin pena ni gloria. Una película protagonizada por Pierce '007' Brosnan y Jackie 'Kunfu' Chan. Estos nombres ya de por sí deberían decirnos algo. Por lo menos picarnos la curiosidad. Pero además debemos añadir el nombre del director -Martin Campbell- a la coctelera. No estamos hablando de cualquiera. Hablamos del director al que se le debe el relanzamiento y renacimiento de James Bond, por dos veces (Goldeneye y Casino Royal); el que rompió taquillas con el Zorro y se cargó la prometedora franquicia de Linterna Verde. Ya solo por estos tres deberíamos pagar la entrada de cine.

Sin embargo desconozco cuantos sentaron sus culos en las butacas por aquel entonces y no sé si fue un éxito o fracaso. Lo que está claro es que la película merecía más atención que la que tuvo por entonces. Excelentemente dirigida sin florituras ni artificios de otra época más de 007, de forma más cruda ni real, la película nos cuenta la odisea de Jackie Chan buscando justa venganza de los terroristas que asesinan a su hija. Su única hija y lo que él cree que es su única conexión con este mundo. El chino sin embargo no retiene todo el protagonismo sino que este está bien equilibrado con el señor Brosnan quién, de forma diferente, también se ve afectado por el bombazo y busca a los culpables. 

No veremos aquí la película de peleas a las que nos acostumbró Jackie Chan hace unos años. Para el hombre también pasan los años y, aunque tiene dos o tres escenitas de esta índole, ahora ya recurre a papeles más "tranquilos" en los que prima un poco más la actuación frente la acción. No en vano es también productor de la película.

Cierto es que en su tramo final se nota cierta laguna antes del desenlace, y algunas preguntas también nos podríamos hacer -no toda la información esta en la red- pero en resumen la película se deja ver muy bien. Mejor que muchas otras y pienso que debería haber tenido mayor repercusión en la taquilla -sea la que sea que haya tenido-. 

Es una pena que este director que tantas alegrías nos ha dado vea su carrera lastrada por el fracaso de Linterna Verde que sinceramente no creo que fuera su responsabilidad. Creo que es hora de volverle a dar dinero para que nos demuestre su calidad de nuevo.

El resumen: una película que te deja un buen sabor de boca.

Lo mejor: la aparición de estos dos actores bajo la batuta del retornado director.
Lo peor: ciertas lagunas que no explican o no dejan claro ciertos hechos de la trama.

La curiosidad: en parte Pierce Brosnan le debe su fama de James Bond a Martin Campbell, para el que actuó en Goldeneye y rompió moldes en las anodinas películas de Bond que hasta entonces habían sido muy clásicas en su dirección. No me extrañaría que su participación en esta película sea a modo de favor hacia él.




sábado, 12 de mayo de 2018

7.4 El Errante: las bestias de la guerra. -Apresados / asalto nocturno.

No es ya por orgullo. Es por negocios. Miklos necesita saber que ha pasado con los tres esbirros que envió de visita al Errante. No puede dejar cabos sueltos pues su poder depende en gran medida del respeto que le tengan. Para ello nadie mejor que su asesina favorita.



Lejos estaba de ser aquella chiquilla de ocho años que correteaba por las praderas nevadas de Ellodes junto a las Tierras Secas. El férreo régimen militar del reino de Ellodes permitía al gobernador de cada región reclutar a aquellos que estipulase oportuno para la defensa de la Gran Muralla, en la frontera con los reinos del sur. Para evitar la corrupción y la correcta salvaguarda de los bienes de aquellos que fueran reclutados, que en ocasiones de extrema urgencia alcanzaban a ser familias enteras, los autoproclamados Señores de la Guerra como regidores del reino crearon la figura de los vigilantes. Una profesión no exenta de peligros que sólo debía responder ante ellos, dándoles así completa independencia frente a los poderes locales.
Su padre había sobrevivido a cuatro gobernadores y estaba cerca de superar el quinto cuando su hijo mayor ingresó en su cuerpo para obedecerlo dentro y fuera de casa. Ella, deseosa de demostrar su joven estupidez, trató de enrolarse con su hermano pero su padre se lo impidió.
Escondida en el carromato de unos buhoneros, la niña de once años huyó de su hogar hacia la capital en donde intentó enrolarse en el ejército. “Eres una niña”, le dijeron. “Vuelve a casa”, “Corre tras tu madre”, le aconsejaron. “¿Te crees una amazona? ¡Pues vete con ellas!”, le insultaron. Pero un hombre vio más allá de su andrajosa apariencia externa y la adoptó, la reclutó y la entrenó. Se convirtió en la asesina más joven de todo el reino; quizás de todo el mundo: un pobre borracho fue su primera víctima, su padre la décima.
 Dicen que los asesinos profesionales son los únicos humanos sin conciencia. Es mentira. Poseen el don de silenciarla y mantenerla apartada en un rincón sin que les moleste, pero ésta cada vez se hace más fuerte y cada vez les cuesta más ignorarla. Una vez más volvió a huir lo más lejos que pudo.
A los veintiun años conoció a Miklos convirtiéndose en su favorita tanto dentro como fuera de su alcoba. Desde entonces había gozado de su posición de privilegio trabajando sólo en lo esencial, los asuntos más graves que exigían la mayor discreción. Pero hoy Miklos se encontraba especialmente alterado.
Como un torrente había entrado en su habitación privada sobresaltando a la asesina y al filo de perder la vida por ello. Después del susto y la disculpa le encomendó eliminar un inquilino de la posada del Cedro Rojo. No le dijo quien era, ni porque debía hacerlo.
–Ten cuidado, mucho cuidado –le había dicho. Y sus palabras resonaban en su cabeza al tiempo que sus pies (descalzos, únicamente vendados como mandan las normas de su hermandad) se deslizaban silenciosamente por los tejados de la ciudad. Aquellos que alcanzaban a verla cerraban sus puertas y ventanas para impedir que el mal entrara en sus hogares, aumentando la confianza de la experta asesina.
Como una amante furtiva se coló por la ventana de la habitación. Sus ojos expertos examinaron la estancia: a la derecha un hombre descansa medio desnudo tumbado en un camastro de madera; a sus pies y repartidos entre la cama y la puerta del fondo, tres cuerpos decapitados. En un rincón a la derecha sus tres cabezas amontonadas.
Pese a estar acostumbrada como estaba a la muerte el cuadro le incomodaba obligándole a volverse a preguntar sobre la identidad del durmiente. Porque seguía durmiendo; su respiración no había variado y nada hacía pensar que se hubiese percatado de su presencia. Su equipaje descansaba al lado de las cabezas y no parecía tener ningún arma a mano.
Se acercó a él.
No conocía a ese hombre. Es cierto que en Trípemes, y sobre todo por los lugares que se movía, había conocido a muchos piratas con un parche en el ojo pero a éste no. No era un pirata. Tardó un poco en darse cuenta de quien tenía delante; las leyendas y relatos que se contaban sobre él se agolparon en su cabeza. «Miklos, hijo de la gran perra. ¡Es el Errante!». No podría hacerlo. ¡Nadie podía hacerlo! Muchos lo habían intentado antes que ella y habían fallado. Lo sabía muy bien porque conocía a varios de ellos. Cabía la posibilidad de que no fuera él, sino un farsante en busca de pronta fama. No, si fuera así Miklos se lo hubiera dicho. 
Cerca estuvo de dar media vuelta y huir de aquella habitación. Sería la tercera vez en su vida que hacía algo así. Decidió cumplir su misión. Se volvió a concentrar en su víctima; respiración regular, ningún movimiento. Con extremo sigilo alzó su cuchillo y asestó el golpe fatal apuntando directamente a la yugular.
La férrea mano de Vángar agarró el brazo de su asesina evitando su muerte.
–No pensarías tener éxito, ¿verdad?
La mano derecha le asió la hebilla del cinturón y tirando de ella la alzó a pulso lanzándola al otro lado de la habitación. El Errante se levantó del camastro lentamente mostrándole a su asesina el torso desnudo. Apenas tuvo tiempo de contemplar sus tatuajes pues Vángar saltó sobre ella impidiéndole recuperar su cuchillo perdido.
Sus ojos brillaban como los de un lobo en la oscuridad envueltos en un alo de furia animal. Por primera vez tuvo miedo. Vángar le asestó un puñetazo en la cabeza, luego otro, y otro, y otro más, y otro. Con las manos llenas de sangre volvió a levantar el cuerpo inconsciente de la asesina y sin ningún esfuerzo lo lanzó por la ventana como quien se desprende de la basura. El cuerpo golpeó el edificio de enfrente para caer sonoramente sobre el empedrado de la calle.
«Parece ser que no me van a dejar descansar», pensó.