sábado, 26 de mayo de 2018

7.6 El Errante: las bestias de la guerra. -Apresados / traición y huída en Trípemes.

Ya sabíamos que Trípemes era un estercolero. El paraíso de la baja estofa. Ahí donde el mal anida y se expande como una enfermedad al resto del mundo. Pero hubo un tiempo en que se intentó erradicar ese mal.




-Anteriormente:
«Las marcas de la paliza eran patentes en su rostro y brazos, y sólo la mitad de los cortes sufridos parecían haber cerrado, pese a la magia de Sebral.
–Sobreviviré... creo –pero al intentar incorporarse el dolor le obligó a gritar–. Si no me muevo, claro está –añadió.
La tensión se rompió en un aluvión de risas contenidas que todos agradecieron.»

–Con él esto no nos hubiera pasado –dijo Saera.
Era un comentario impertinente propio de una niña. Una acusación velada que nadie tuvo ánimos de responder.
–Ese hombre salvó mi vida –confesó Ermis después de un incómodo silencio.
Shárika, que comenzaba a dudar de su capacidad de liderazgo y de llevar la misión a buen término, le contestó:
–Nos la salvó a todos.
–No –hizo una pausa–, antes. En Trípemes.
–¿Qué pasó? –Quiso saber Saera.
Ermis tragó saliva. Estaba apunto de romper un juramento de silencio sobre lo sucedido en aquella maldita ciudad, pero lo volvió a meditar y permaneció en silencio deseando no haber dicho nada.
Todos aguardaban expectantes, incluso el incesante traqueteo del carromato había vuelto a enmudecer interesado en su historia. La incesante curiosidad de Saera le azuzó para continuar.
–Todas las ciudades tienen sus bajos fondos –comenzó a explicar–Algunos más grandes que otros pero incluso la más pequeña de todas posee una calle en la que una dama no se aventuraría una vez ocultado el Sol. Pero Trípemes –respiró meditabundo para tomar fuerzas–, Trípemes es toda un bajo fondo –dijo acelerado–. Vale que todas las ciudades pueden ser peligrosas de noche, pero en esa ciudad no hay calle libre de la delincuencia: Asesinatos, robos, peleas... todo campa por doquier. La Guardia permanece asustada en sus cuarteles por la noche patrullando por el día en grupos de siete u ocho. Las casas nobles están corruptas y el Virrey vive temeroso en su palacio. Pero incluso en esta fétida ciudad hay también bajos fondos; el Inframundo lo llaman.
–Los bajos de los bajos fondos –bromeó Thomas haciendo sonreír a Saera.
–Sí. Ahí se oculta Miklos, el auténtico dueño de Trípemes.
–Y ahí estabais vosotros, ¿me equivoco? –Preguntó Sebral.
–No, no te equivocas. Después de dos incursiones en el Inframundo aquella vez parecía la definitiva. Cien legionarios entramos en aquel laberinto de callejones detrás de un guía que juraba por los dioses conocer el Inframundo como la palma de su mano.
–¿Os traicionó? –Quiso saber Shárika.
–La vanguardia cayó al instante. Cuarenta almas fulminadas bajo una lluvia de lanzas y flechas arrojadas por simples rateros y asesinos.
«Los restantes..., algunos se intentaron proteger con sus escudos y avanzar, otros simplemente huimos –confesó.
»Corrimos entre un mar de cuerpos que caían y se abatían entre gritos de dolor. Esquivando a nuestros compañeros que luchaban contra aquella escoria. Varios de ellos intentaron cerrarnos el paso pero uno a uno fueron abatidos por flechas y saetas; creo ahora que él nos cubría mientras huíamos asustados. Alcanzamos un callejón lateral, luego otro y después otro. Sin parar de correr dejamos aquella matanza atrás sin volvernos a mirar ni siquiera un instante.
»Hubo un momento en el que nos llegamos a perder. Fue entonces cuando miramos el callejón recorrido y vimos varios cadáveres de nuestros perseguidores que nosotros no habíamos dejado. Seguimos corriendo y por fortuna logramos salir de aquel laberinto. Aquel día Nebra tuvo que ampliar su reino y Sark nos maldijo por nuestra cobardía.
»Entonces juramos no contar nada a nadie.
–A veces, una retirada a tiempo supone la mayor de las victorias –le intentó animar Thomas.
–Huimos cobardemente.
–Ermis. Te he visto cumplir mis órdenes, luchar valientemente a mi lado. Tú no eres un cobarde. Sé que no eres un cobarde –le dijo Shárika.
–Pero lo fui, mi sargento.
–¡Y dale! –Exclamó Thomas. –No puedes pretender ser como El Errante. 
–Eso es cierto, muchacho –le dijo Shárika.
–Puede ser, pero me gustaría serlo –deseó–. Hasta conocerle creía que era un mito, una leyenda cuyas hazañas eran producto de la desbordante imaginación de un juglar, cuentos para niños. Pero después de verlo luchar, ¡parecía pasearse entre los monstruos del Bosque Lubre!, he de creer todo lo que de él se dice.
–¡Oh! –Exclamó Sebral con una sonrisa –. Sí, es capaz de todo eso y de mucho más. Incluso él solo ganó una guerra... –hizo una pausa pensativo– pero hablo demasiado y debo callar –concluyó.
–Vamos, sigue –rogó Saera.
–No cariño. Hice un juramento de silencio que no pienso romper.
–Yo lo he roto –protestó Ermis.
–Tu elección, nadie te ha obligado a ello. Yo callaré.
–¡Callaos los de dentro! –Gritó uno de los esclavistas– ¡Silencio!

domingo, 20 de mayo de 2018

Gorrión rojo

Los juegos del hambre pasan a la guerra fría. 


¿Quién dijo que la guerra fría había terminado? Los espías siguen más vivos que nunca. Y las películas de espías también. Nos encontramos con esta una película de la manufactura más clásica; en la que prima la trama en yuxtaposición a la acción. Cierto es que alguna escenita de acción sí que hay pero como te despistes cinco minutos pierdes el hilo y ya no sabes quién es el bueno, el malo, o que rol hace realmente tal espía o tal otro espía. 


La película está dividida en dos partes bien marcadas: la desgracia de la protagonista con su enrolamiento/entrenamiento y la parte de la misión. Cada una de ellas interesantes en su estilo y forma aunque personalmente me decanto más por la segunda. De la cual no diré más que es aquí en donde debes estar atento a lo que acontece para seguir la trama sin perderte. 
Jennifer Lawrence se pasea por la primera parte con su cara de sota intentando aparentar cierta frialdad pero es después cuando actúa con mayor soltura, pero sin sobresalir. Muy bien acompañada con Joel Edgerton que realmente creo que la eclipsa un poco. A esto hemos de añadir la siempre gratificante presencia de Jeremy Irons. Creo que este hombre si hiciera una película sin hablar sería igual de genial.

El director Francis Lawrence cumple, sin más. Un director curtido de video clips que sin embargo ha tenido la fortuna de hacer éxitos como las tres últimas películas de Los Juegos del Hambre o Soy Leyenda. De Constantine no hablo porque puedo crear controversia. Es un director efectivo pero sin toque personal alguno. Lo que antes se llamaba un director de estudio. Solo que este ha tenido suerte o ha sabido elegir.


En resumen: buena película de espías.

Lo mejor: la trama de la segunda parte y su solución final.
Lo peor: quizás sobren algunos minutos, pero solo quizás.

PD: mientras veía la primera mitad no he podido evitar ciertos paralelismos con la historia de La Viuda Negra de Marvel. Me pregunto hasta que punto se han basado en ella.




7.5 El Errante: las bestias de la guerra. -Apresados / Neamer, la amazona.

La magia puede ayudar a curar las heridas físicas, pero las heridas del corazón, un alma rota, tarda mucho más en curarse. Es tiempo de revelaciones y buscar apoyo en los demás.

Hecha un ovillo Shárika lloraba junto a la entrada de la jaula mezclando sus lágrimas con la sangre que no paraba de manar de su nariz –aunque cada vez con menos intensidad–. Ermis, rabioso de impotencia, buscaba palabras de consuelo pero todo aquello que deseaba decir se enganchaba en su escasa educación. No era cierto que se olvidara de la reciente pérdida de un compañero pero acostumbrado como estaba a la muerte era la visión de su superior la que le rompía el corazón.
Saera, despierta junto a Sebral y libre de cadenas y grilletes, intentaba consolar a la mujer a la que había aprendido a respetar y querer. Pero sus abrazos y palabras de consuelo rebotaban frente al muro que Shárika había construido.
Encerrada en sí misma no tuvo siquiera palabras de agradecimiento para Sebral, el cual mediante su magia había conseguido mitigar su dolor físico. Pero las viejas heridas internas todavía estaban; y dolían más que nunca.



–Neamer... –contestó entre sollozos a las continuas llamadas de Saera.
Fue casi un susurro que nadie entendió.
–¿Cómo? –Preguntó Sebral.
Shárika consiguió frenar sus lágrimas a fuerza de voluntad.
–Neamer, mi auténtico nombre es Neamer.
Ante esta revelación nadie dijo nada. Mudos en la oscuridad de la jaula tapada con rotas lonas miraban estupefactos a la sargento.
–Nací esclava en el reino de Ellodes, junto a la Gran Muralla –continuó explicando y poco a poco su voz se fue serenando–. Nací y crecí esclava bajo las órdenes del gobernador local. Me vi obligada a obedecer en todo momento y situación. Durante años sufrí abusos del gobernador y su familia pero llegó un día en el que, siendo una adolescente, me rebelé ante sus continuas humillaciones.
Durante la confesión el mundo parecía haberse silenciado; incluso el traqueteo del carro había desaparecido brindándole a la destrozada Neamer completo protagonismo.
–Mi intento fracasó casi en el mismo instante en que lo pensé y por él fui condenada a muerte. Tuve suerte... cuando el verdugo iba a bajar el hacha un famoso tratante de gladiadores que había oído mi historia me compró fascinado por mi carácter violento y rebelde.
«Fui entrenada como gladiadora debutando en un pordiosero circo de pueblo para adquirir pronta fama. A los pocos años me llevaron a Lazheria en cuyo circo se batían los mejores gladiadores del mundo. Fui presentada como Neamer, la Amazona.»
Ermis, pese a estar fascinado por la revelación, intentaba calcular su situación: Les faltaba un día, aproximadamente, para alcanzar la frontera de Lican. Llevaban medio día de camino en la misma dirección. ¿Se dirigían sus captores a su mismo destino? ¿Hacía la capital de Lican, Lazheria, tal vez? ¿Conseguirían pasar la frontera con tres legionarios en su jaula? Estas preguntas bailaban en su mente durante el viaje pero por más que intentara responderlas no concebía respuesta alguna.
–Como Neamer, la Amazona, conquisté mi libertad en Lican. Aquel día juré por los dioses que nadie más volvería usarme –continuaba explicando Shárika. Aunque saltaba a la vista su incomodidad al contar su secreto parecía que le había hecho olvidar las humillaciones a las que se había visto sometida horas antes.



–Entonces hubo un incidente. Un capitán de la guardia intentó obligarme a acceder a sus deseos. Con mi daga marqué su rostro. Aquella misma noche huí del reino hacia Ákrita; en donde me enrolé en la Legión.
–Vaya. Parece que nuestra sargento tenía más de algún secretito –dijo Thomas.
Encadenado y medio tumbado en la jaula parecía haber estado inconsciente durante todo el camino –¿Aprendisteis a cocinar? Tengo un hambre atroz –Preguntó sonriéndole.
–Sabía que podía contar con tu comprensión –le contestó Neamer correspondiéndole la sonrisa.
–Un legionario siempre apoya los suyos, ¿cómo te encuentras?
–Mejor, mucho mejor, ¿y tú?
Las marcas de la paliza eran patentes en su rostro y brazos, y sólo la mitad de los cortes sufridos parecían haber cerrado, pese a la magia de Sebral.
–Sobreviviré... creo –pero al intentar incorporarse el dolor le obligó a gritar–. Si no me muevo, claro está –añadió.
La tensión se rompió en un aluvión de risas contenidas que todos agradecieron.

domingo, 13 de mayo de 2018

El extranjero

EL IRA ha vuelto, y a Jackie le toca cargárselo.



El año pasado se estrenó de tapadillo en los cines una película curiosa que pasó casi sin pena ni gloria. Una película protagonizada por Pierce '007' Brosnan y Jackie 'Kunfu' Chan. Estos nombres ya de por sí deberían decirnos algo. Por lo menos picarnos la curiosidad. Pero además debemos añadir el nombre del director -Martin Campbell- a la coctelera. No estamos hablando de cualquiera. Hablamos del director al que se le debe el relanzamiento y renacimiento de James Bond, por dos veces (Goldeneye y Casino Royal); el que rompió taquillas con el Zorro y se cargó la prometedora franquicia de Linterna Verde. Ya solo por estos tres deberíamos pagar la entrada de cine.

Sin embargo desconozco cuantos sentaron sus culos en las butacas por aquel entonces y no sé si fue un éxito o fracaso. Lo que está claro es que la película merecía más atención que la que tuvo por entonces. Excelentemente dirigida sin florituras ni artificios de otra época más de 007, de forma más cruda ni real, la película nos cuenta la odisea de Jackie Chan buscando justa venganza de los terroristas que asesinan a su hija. Su única hija y lo que él cree que es su única conexión con este mundo. El chino sin embargo no retiene todo el protagonismo sino que este está bien equilibrado con el señor Brosnan quién, de forma diferente, también se ve afectado por el bombazo y busca a los culpables. 

No veremos aquí la película de peleas a las que nos acostumbró Jackie Chan hace unos años. Para el hombre también pasan los años y, aunque tiene dos o tres escenitas de esta índole, ahora ya recurre a papeles más "tranquilos" en los que prima un poco más la actuación frente la acción. No en vano es también productor de la película.

Cierto es que en su tramo final se nota cierta laguna antes del desenlace, y algunas preguntas también nos podríamos hacer -no toda la información esta en la red- pero en resumen la película se deja ver muy bien. Mejor que muchas otras y pienso que debería haber tenido mayor repercusión en la taquilla -sea la que sea que haya tenido-. 

Es una pena que este director que tantas alegrías nos ha dado vea su carrera lastrada por el fracaso de Linterna Verde que sinceramente no creo que fuera su responsabilidad. Creo que es hora de volverle a dar dinero para que nos demuestre su calidad de nuevo.

El resumen: una película que te deja un buen sabor de boca.

Lo mejor: la aparición de estos dos actores bajo la batuta del retornado director.
Lo peor: ciertas lagunas que no explican o no dejan claro ciertos hechos de la trama.

La curiosidad: en parte Pierce Brosnan le debe su fama de James Bond a Martin Campbell, para el que actuó en Goldeneye y rompió moldes en las anodinas películas de Bond que hasta entonces habían sido muy clásicas en su dirección. No me extrañaría que su participación en esta película sea a modo de favor hacia él.




sábado, 12 de mayo de 2018

7.4 El Errante: las bestias de la guerra. -Apresados / asalto nocturno.

No es ya por orgullo. Es por negocios. Miklos necesita saber que ha pasado con los tres esbirros que envió de visita al Errante. No puede dejar cabos sueltos pues su poder depende en gran medida del respeto que le tengan. Para ello nadie mejor que su asesina favorita.



Lejos estaba de ser aquella chiquilla de ocho años que correteaba por las praderas nevadas de Ellodes junto a las Tierras Secas. El férreo régimen militar del reino de Ellodes permitía al gobernador de cada región reclutar a aquellos que estipulase oportuno para la defensa de la Gran Muralla, en la frontera con los reinos del sur. Para evitar la corrupción y la correcta salvaguarda de los bienes de aquellos que fueran reclutados, que en ocasiones de extrema urgencia alcanzaban a ser familias enteras, los autoproclamados Señores de la Guerra como regidores del reino crearon la figura de los vigilantes. Una profesión no exenta de peligros que sólo debía responder ante ellos, dándoles así completa independencia frente a los poderes locales.
Su padre había sobrevivido a cuatro gobernadores y estaba cerca de superar el quinto cuando su hijo mayor ingresó en su cuerpo para obedecerlo dentro y fuera de casa. Ella, deseosa de demostrar su joven estupidez, trató de enrolarse con su hermano pero su padre se lo impidió.
Escondida en el carromato de unos buhoneros, la niña de once años huyó de su hogar hacia la capital en donde intentó enrolarse en el ejército. “Eres una niña”, le dijeron. “Vuelve a casa”, “Corre tras tu madre”, le aconsejaron. “¿Te crees una amazona? ¡Pues vete con ellas!”, le insultaron. Pero un hombre vio más allá de su andrajosa apariencia externa y la adoptó, la reclutó y la entrenó. Se convirtió en la asesina más joven de todo el reino; quizás de todo el mundo: un pobre borracho fue su primera víctima, su padre la décima.
 Dicen que los asesinos profesionales son los únicos humanos sin conciencia. Es mentira. Poseen el don de silenciarla y mantenerla apartada en un rincón sin que les moleste, pero ésta cada vez se hace más fuerte y cada vez les cuesta más ignorarla. Una vez más volvió a huir lo más lejos que pudo.
A los veintiun años conoció a Miklos convirtiéndose en su favorita tanto dentro como fuera de su alcoba. Desde entonces había gozado de su posición de privilegio trabajando sólo en lo esencial, los asuntos más graves que exigían la mayor discreción. Pero hoy Miklos se encontraba especialmente alterado.
Como un torrente había entrado en su habitación privada sobresaltando a la asesina y al filo de perder la vida por ello. Después del susto y la disculpa le encomendó eliminar un inquilino de la posada del Cedro Rojo. No le dijo quien era, ni porque debía hacerlo.
–Ten cuidado, mucho cuidado –le había dicho. Y sus palabras resonaban en su cabeza al tiempo que sus pies (descalzos, únicamente vendados como mandan las normas de su hermandad) se deslizaban silenciosamente por los tejados de la ciudad. Aquellos que alcanzaban a verla cerraban sus puertas y ventanas para impedir que el mal entrara en sus hogares, aumentando la confianza de la experta asesina.
Como una amante furtiva se coló por la ventana de la habitación. Sus ojos expertos examinaron la estancia: a la derecha un hombre descansa medio desnudo tumbado en un camastro de madera; a sus pies y repartidos entre la cama y la puerta del fondo, tres cuerpos decapitados. En un rincón a la derecha sus tres cabezas amontonadas.
Pese a estar acostumbrada como estaba a la muerte el cuadro le incomodaba obligándole a volverse a preguntar sobre la identidad del durmiente. Porque seguía durmiendo; su respiración no había variado y nada hacía pensar que se hubiese percatado de su presencia. Su equipaje descansaba al lado de las cabezas y no parecía tener ningún arma a mano.
Se acercó a él.
No conocía a ese hombre. Es cierto que en Trípemes, y sobre todo por los lugares que se movía, había conocido a muchos piratas con un parche en el ojo pero a éste no. No era un pirata. Tardó un poco en darse cuenta de quien tenía delante; las leyendas y relatos que se contaban sobre él se agolparon en su cabeza. «Miklos, hijo de la gran perra. ¡Es el Errante!». No podría hacerlo. ¡Nadie podía hacerlo! Muchos lo habían intentado antes que ella y habían fallado. Lo sabía muy bien porque conocía a varios de ellos. Cabía la posibilidad de que no fuera él, sino un farsante en busca de pronta fama. No, si fuera así Miklos se lo hubiera dicho. 
Cerca estuvo de dar media vuelta y huir de aquella habitación. Sería la tercera vez en su vida que hacía algo así. Decidió cumplir su misión. Se volvió a concentrar en su víctima; respiración regular, ningún movimiento. Con extremo sigilo alzó su cuchillo y asestó el golpe fatal apuntando directamente a la yugular.
La férrea mano de Vángar agarró el brazo de su asesina evitando su muerte.
–No pensarías tener éxito, ¿verdad?
La mano derecha le asió la hebilla del cinturón y tirando de ella la alzó a pulso lanzándola al otro lado de la habitación. El Errante se levantó del camastro lentamente mostrándole a su asesina el torso desnudo. Apenas tuvo tiempo de contemplar sus tatuajes pues Vángar saltó sobre ella impidiéndole recuperar su cuchillo perdido.
Sus ojos brillaban como los de un lobo en la oscuridad envueltos en un alo de furia animal. Por primera vez tuvo miedo. Vángar le asestó un puñetazo en la cabeza, luego otro, y otro, y otro más, y otro. Con las manos llenas de sangre volvió a levantar el cuerpo inconsciente de la asesina y sin ningún esfuerzo lo lanzó por la ventana como quien se desprende de la basura. El cuerpo golpeó el edificio de enfrente para caer sonoramente sobre el empedrado de la calle.
«Parece ser que no me van a dejar descansar», pensó.


viernes, 11 de mayo de 2018

Trailer Predator (2018)

Mientras los frikis -y no tan frikis- esperamos el estreno de Han Solo acaban de publicar el trailer de Predator (el bicho este que se dedica a cazar por el espacio y que tuvo la mala suerte de topar con Terminator hace unas décadas).

Desconozco si se trata de una especie de remake o relanzamiento de la franquicia; o si continua las tres películas; o si continua las cinco (si tomamos las de Alien vs Predator). Por el cartel podríamos deducir que pasa olímpicamente de las del famoso cruce con los aliens. Pero la verdad que el hecho que las dirija el director de Iron Man 3 no me inspira mucha confianza. Al menos espero que lo trate con el suficiente cariño, ya que fue una de sus víctimas en la primera película.

Sea como sea, aquí está el trailer.




Los hambrientos

Corre, corre, que te pillo.


No negaré que soy aficionado al cine de zombies, o infectados, en general. Desde que vi la película de George Romero en blanco y negro siempre me he sentido atraído por la temática zombie. Pero últimamente el estallido zombie nos ha reportado tanto alegrías como tristezas. Es lo que hay; cuando hay mucho de algo no todo es bueno. Incluso lo que antes era bueno deja de serlo para caer en el sopor aburrido, como cierta serie que no quiero mencionar. Es por eso que me enfrenté a esta película sin muchas expectativas. La verdad.



Pero ciertamente nos encontramos con una película de infectados de lo más lograda. Una película sin tonterías y trucos estúpidos del guión para alargar la trama. Igual peca un poco en su lentitud -pero no más que esa serie que no quiero mencionar- que sin embargo no se eterniza porque realmente sí pasa algo mientras ves las escenas. No nos encontramos con los infectados salvajes desorganizados individualistas que atacan a la primera oportunidad. Aquí son un poco más... siniestros. Con un toque casi místico -sino de qué esos túmulos de muebles u objetos, cada uno de un tipo diferente-. 

Nos sitúa la trama después de la típica infección en la campiña ¿canadiense? Una zona rural en donde pese a no estar inundada de estos seres en cada metro cuadrado sí que es fácil toparse con ellos si no andas con cuidado. Y eso es lo que hacen los protagonistas. Andar con cuidado de una zona a otra buscando la mejor protección con planes que no siempre salen bien.
No romperé la trama más de lo que ya lo he hecho pero si advertiré que no veremos tonterías moralistas ni grandes conflictos éticos que impidan a la gente apretar el gatillo. Tonterías de estas ya aburren -desde el principio de los tiempos- y nunca son muy creíbles cuando se trata de matar al zombie de turno.

En resumen: una buena película de infectados.

Lo mejor: la escena en el claro con la montaña de muebles.

Lo peor: quedarnos con las ganas de saber porque hacen lo que hacen los infectados.




sábado, 5 de mayo de 2018

Batman Ninja

De la ciudad sin luz al país del sol naciente.


Algunos os preguntaréis qué hace este hablando de una película de dibujos animados de Batman cuando todavía suenan los vítores por la última de Los Vengadores. Cierto. En algún momento pondré mi reseña de esa aclamada película pero hoy toca esta. ¿Por qué? Pues porque me ha sorprendido. Y para bien.
Nos encontramos con una película atípica de Batman. No solo por la historia en sí -con viajes temporales incluidos para "justificar" el título y el experimento- si no por la calidad de la animación. Nos encontramos con un experimento audiovisual de los caros que tiene como respaldo que de Batman se vende todo así que fracaso, lo que se dice fracaso económico, no lo será. Desconozco los números, la verdad, pero sí puedo asegurar que es una de las mejores en cuanto a calidad de la animación que he podido ver del caballero de Gotham City. Una animación trepidante, de los mejores momentos del anime japones, que no tiene reparos en mezclar estilos para hacer un conjunto sólido. Con un diseño de producción excelente en donde otro de los atractivos es ver a la familia batmaniaca y sus villanos con un diseño JapoSteampunk sino excelente más o menos curioso -¡miau con Catwoman!-.





Pero no todo es genial. Pese a lo atractivo del argumento posee unos diez minutos que a mí se me antojan ridículos a lo largo de la batalla final -larga, muy larga-. Simplemente no entiendo que hacen unos mechas (A.K.A. robots gigantes/mazingers) en el japón feudal por mucho Steampunk que sea. Algo me dice que han intentando aunar casi toda la fantasía típica manga con el mundo del murciélago y de ahí el patinazo. Esto, por supuesto, es una valoración personal. Habrá gente a la que le guste y esté encantada. No es mi caso, lo siento.



En resumen: para disfrutar si eres amante de la buena y extraña animación o simplemente fan del Caballero Oscuro.

Lo mejor: el estilo y animación.
Lo peor: ¿transformers en Japón feudal? Chirriante.



7.3 El Errante: las bestias de la guerra. -Apresados / violencia y agresión.

Donde el esclavista se ciega y relame con la posible recompensa y se muestra la cara más deleznable del ser humano con Shárika como víctima. 


El resto lo ignoraba pero antes de partir Madrix tuvo una interesante reunión con Prefino, jefe de los 
esclavistas, en su reciente base del Agujero: Prefino le indicó que buscaba un grupo de personas. «Un anciano con una niña, que posiblemente vayan acompañados por unos legionarios.», le explicó. También le dijo que no era necesario que los capturara –incluso existía la posibilidad de que no se cruzaran por su camino– pero si por algún casual volvía con ellos al Agujero sería gratamente recompensado.
Ni sabía el porqué de sus intereses y ni le importaba, pero la visión de la recompensa le hizo feliz sin poder evitar otra sonrisa.
Prefino conocía bien a Madrix y comprendió al instante el significado de este gesto.
–Te lo vuelvo a repetir. No es necesaria su captura. Si vuelves con ellos y me entero que has arriesgado de algún modo la vida de tus hombres yo mismo te arrancaré la piel a latigazos. No tengo que recordarte los que somos –refiriéndose a los esclavistas– y que los recolectores nos superan en destreza, pese al número –le indicó refiriéndose a los originales habitantes del Agujero.
Becar fue a protestar pero los gritos de Shárika le interrumpieron. Madrix ignoró los gritos y le preguntó al arquero:
–¿Qué sucede?
No es que debiera preguntárselo pero si conseguía convencer a Becar de la necesidad de llevarlos al Agujero no tendría ningún otro problema con el resto de salvajes que le acompañaban.
–Es demasiado peligroso –contestó Becar.
–Lo sé. Ocultaremos el cadáver y con él las armaduras del resto. Tendremos que cubrir el carro con la lona hasta que lleguemos al Paso Libre. –Chasqueó asqueado la lengua–. Es un asco pero te aseguro que no lo haría si Prefino no me lo hubiera ordenado.
La última frase tuvo el efecto buscado. La sola mención de Prefino convenció al arquero de la conveniencia de no discutir las nuevas órdenes. Aquel perro bastardo era capaz de desollarle si se enteraba que retrasaba la misión de Madrix.
–En ese caso démonos prisa.
–Sabía que lo entenderías. Bajemos a ver que demonios sucede.
A los gritos de la legionaria se habían sumado los de Ermis y Thomas. Al parecer los tres legionarios forcejeaban desarmados contra los esclavistas que pretendían hacer pasar un rato desagradable a la sargento.
En medio del forcejeo Thomas se hizo con la espada corta de uno de sus apresores y cargó con ella contra el bastardo que pretendía violar a su superior. Ermis, haciendo gala de mayor presteza, bloqueó a dos esclavistas que le salieron al paso dejando el campo libre a su compañero que con el arma en alto se preparaba para asestar el golpe mortal.
Una flecha se clavó en su mano desarmándole y deteniendo su acometida en seco.
–Por las barbas de Begor, ¿qué demonios pasa aquí? –Gritó Madrix–. ¿Cómo permitís que dos hombres desarmados...? ¿Es qué, por todos los dioses, no tenéis armas? ¡Usarlas patanes estúpidos!
Mientras los esclavistas miraban avergonzados a su jefe Thomas se arrancó la flecha de la mano e intentó alcanzar la espada corta que descansaba en el suelo.
El arquero –el único que valía lo que ganaba en ese grupo de indeseables– disparó otra flecha que fue a clavarse junto a la espada a modo de advertencia.
Ermis saltó hacia él pero se detuvo cuando éste le apuntó con otra flecha.
Dos esclavistas se arrojaron sobre Thomas propinándole una paliza de puñetazos y patadas que le hicieron perder la consciencia. Otros dos sujetaban a la ya semidesnuda Shárika mientras que el último de ellos desenrollaba sus boleadoras del cuello de Sebral.
–¿Quieres que te pase lo mismo? –Preguntó Madrix a Ermis señalando a su sangrante compañero.
El legionario parecía un gato tenso presto al ataque pero pronto comprendió que no tenía opción. Sus músculos se aflojaron. 
–Bien. ¡Quitarle la armadura y meterlo en el carro! –Ordenó Madrix a los esclavistas.
Esperó pacientemente a que cumplieran sus órdenes mientras Becar y Telsat –el boleador– aguardaban vigilantes a su lado.
Ermis fue conducido a un carro situado en lo alto de la ladera. Un estrecho carro de madera de grandes ruedas sobre cuya plataforma se había construido una resistente jaula de hierro para transportar la “mercancía” de un mercado a otro. Varios grilletes se encontraban distribuidos a cada lado siendo Ermis encadenado en los últimos de ellos; junto al entablado que separaba el asiento del conductor del resto del carro.
El insoportable hedor de excrementos y desechos de anteriores inquilinos mezclados con la paja que cubría el suelo asaltó su estómago obligándose a realizar titánicos esfuerzos para no vomitar.
Cuando los esclavistas acercaron el carro –carromato– ladera abajo, junto a Madrix, éste les ordenó:
–Quitarles esas armaduras a éstos también y esconderlas bien junto al río –señalando una zona de arbustos junto a la orilla–, y deshaceros de los cadáveres.
Mientras los dos esclavistas pagaban su desliz la gruesa figura se acercó a Shárika que continuaba presa por los otros dos esclavistas, con una amenazante espada en su cuello.
De un tirón rompió su camisa dejando al descubierto sus abultados senos.
Telsat rió, y con él el resto de los esclavistas mientras ella se tragaba su orgullo.
–¡Por Vela! –Exclamó invocando a la diosa del placer–. Mira Telsat lo que nos han traído los dioses. Creo que hay tiempo para un poco de diversión, ¿no creéis chicos?
Todos respondieron con vítores.
–Yo misma te arrancaré las entrañas, ¡perro! –le amenazó Shárika y el fuego de la ira rasgó sus ojos.
Pero Madrix era un esclavista experto que no se dejaba amedrentar por ninguna de sus “mercancías”.
–No, no lo harás. Porque si te resistes usaremos a la pequeña y tú no quieres que eso suceda, ¿verdad?
Tan cerca estaba de ella que Shárika le propinó un fuerte rodillazo en los testículos presa de la rabia dejándole de rodillas en el suelo. Como premio un puñetazo de Telsat le rompió la nariz, que empezó a sangrar.
Madrix se repuso rápidamente.
–A por ella chicos –dijo dándoles libertad.
Shárika volvió a gritar pero esta vez no puso demasiada resistencia. Aquel gordo cabrón había acertado en sus palabras; no dejaría que Saera corriera la misma suerte.
Madrix se separó junto a Becar y le susurró:
–Haz correr la voz sin que éstos se enteren –dijo refiriéndose a los nuevos esclavos adquiridos–, si alguien toca a la pequeña yo mismo se la cortaré, ¿está claro?
Desconocía lo que Prefino quería hacer con ellos pero seguro que la niña era doncella y no iba a permitir que un detalle como ese bajara la recompensa.
–Cristalino.
–Bien. Buen chico. Dile a esos dos que recojan los cuerpos del viejo, la niña y el legionario al que has ensartado y mételos en el carro. Que les pongan los grilletes y luego únete con tus compañeros a la juerga. Pasa un buen rato, te lo has ganado.