Bueno, como lo del ataque del dragón a Carrera Blanca parece lo más urgente tiré para allá para dar una ayuda. Y una ayuda es porque mientras los guardias pelean en el suelo, a la orilla de la Atalaya Este, yo me subí a lo más alto de la torre y me limité a ensartarle flechas como si de un alfiletero se tratara. Lo más interesante es que al morir absorví su alma de dragón creando una gran sorpresa y alboroto. Yo me limité a rapiñar todo lo que el dragón dejó mientras me acusaban de ser un Sangre de Dragón. Lo cual debía ser algo bueno.
Aunque no se vea, ahí hay un dragón ardiendo, lo juro por los draedra. |
Importantísimo coger todo, todo, lo que deja el cadáver de cualquier dragón, y no venderlo nunca porque con ello podremos, más adelante, crear unas armaduras fantásticas.
Tras volver a Cuenca del Dragon (el castillo del Jar) me nombraron Thane y me adjudicaron un Edecán (algo así como un guardaespaldas personal), en la forma y persona de la guerrera Lydia. Mi siguiente paso sería seguir con la misión principal, o cualquier secundaria, pero el excesivo peso de las escamas de dragón me "obliga" a conseguir con prontitud una casa. Al necesitar dinero para ello me transporté al Fuerte Páramo Gris a ver que podía conseguir por ahí. Aniquilando todo por ahí rapiñé todo lo que pude y después, al darme cuenta de que aún tenía la garra que usé en el Túmulo de Cataratas Lúgubres viajé hasta Cauce Boscoso para devolvérsela a su verdadero dueño. Otra misión secundaria completada.
Fuerte Páramo Gris, con mi Edecán (Lydia). |
Lydia posando ante mi hogar. No es que sea una belleza pero cumple muy bien. |
Esto que sólo ha ocupado un par de párrafos realmente fueron más horas de tiempo de lo que parece. Además hay que sumarle el hecho de parar la acción para ir tomando apuntes para posteriormente escribir este diario.
Este diario de aventurero no pretende nada más que entretener al personal, pero si veo que aburre, no gusta, o simplemente no veo nada, dejaré de escribirlo puesto que cuesta tiempo y modifica la forma de juego, y su satisfacción, al estar pendiente de apuntar y recordarlo todo.
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