sábado, 29 de julio de 2017

2.7 El Errante: las bestias de la guerra. Episodio 2 p.7


«Quizás el camino del Bosque Lubre no sea tan seguro como dicen.»

–¡Arriba pues! Nos vamos –ordenó–. Y vigilar bien los flancos. Saera, ahora te llevará Jhiral –avisó con una sonrisa mientras miraba a Thomas. Éste suspiro agradecido. Y cuando se pusieron en marcha anduvieron con mucha más cautela pues la oscuridad reinante tenía algo que apesadumbraba los corazones e incluso el héroe más osado se sentía compungido ante el silencio que allí reinaba. Por eso que al volver de improvisto los habituales ruidos del bosque todos se asustaron y desenvainaron sus armas. El silencio dio paso al crujir de los árboles azotados por el viento; al vaivén de las ramas; a las pisadas y ruidos de animales. Y todo ello no reconfortaba en absoluto a los intrusos del bosque que pronto empezaron a preferir el silencio a aquella cacofonía de sonidos.



–Me gustaba más antes que ahora –susurró Thomas al oído de Ermis.
–Sí. Nada nos asegura que oigamos lo que deberíamos oír.
Como por respuesta a su escepticismo un gran estruendo sonó al lado izquierdo del camino. Instintivamente los viajeros saltaron al lado derecho del camino para poner más distancia entre ellos y el peligro. Después de un corto periodo de silencio los pájaros alzaron el vuelo envueltos en una algarabía y hasta ellos llegó el sonido de un gran golpe. Un árbol cayó al suelo con gran estrépito. La luna enfocó su poder y una sombra enorme se movió entre los árboles.
–¡Ahí! –Advirtió Ermis–. Es enorme.
Otro árbol cayó más lejos del camino.
–Parece ser que se marcha. Quizás no esté interesado en nosotros –dijo Sebral.
–Puede ser. Pero por si acaso... –un grito interrumpió a Shárika. Thomas gritaba desesperado mientras luchaba tumbado con una planta que se le había enredado en la bota. Sin lograrla atinar con su espada la planta le arrastraba hacia el bosque, fuera del camino. El entrenamiento y la disciplina se impusieron frente a la histeria y Ermis acudió presto en su ayuda. Con un poderoso mandoble intentó cortar la liana pero la espada rebotó dejando el tallo intacto. Thomas seguía gritando; parecía que sólo el contacto con la planta le producía gran dolor. Sebral se acercó a él y con su cayado tocó levemente la planta. La liana tembló y rápidamente soltó a su víctima replegándose hacia la oscuridad del bosque. Ermis recogió su espada y fue a mirar el porque del dolor de su compañero. Al parecer la planta había quemado la zona de la bota que tenía cogida, traspasando el cuero y dañando la piel.
–Calma, calma –le intentó tranquilizar–. Todo ha pasado. Ya no volverá más.
Pero como si hubiera oído sus palabras la planta volvió a por él mostrando su auténtico tamaño. Un gran capullo se habría ante ellos, como si de sus fauces se trataran, para intentar llevar hacia ella el alimento caído en el borde del camino. Thomas replegó sus piernas hacia el camino; Ermis se interpuso entre Thomas y la planta carnívora y Shárika luchaba con sus lianas, que como extremidades se afanaban para atrapar a los legionarios mientras Jhiral se tuvo que conformar con mirar impotente por llevar el peso de Saera encima. Sebral volvió a alzar el cayado y una pequeña bola de fuego surgió de él impactando en la planta. Ésta se incendió inmediatamente obligándola a huir de la lucha, perdiendo así toda esperanza de atraparles.
Shárika ordenó a Ermis que ayudara a Thomas y así; con Thomas apoyado en Ermis y Sebral en la retaguardia el sexteto reanudó la marcha por el bosque. Si bien el ritmo disminuyó considerablemente.
–Esto no me gusta –dijo poco después Ermis entre jadeos al oído de Thomas–, me recuerda a la Tercera.
–¿La tercera qué? –Preguntó Thomas con una mueca de dolor, apoyado en el hombro de Ermis.
–La tercera incursión que hicimos en Trípemes. En los bajos fondos para limpiarlos de la escoria que allí habita.
–¿Y eso por qué?
–Después de dos incursiones infructuosas hubo esta tercera que debía ser la definitiva: una vez logramos entrar en el cubil de los ladrones fuimos aniquilados poco a poco y sistemáticamente. Nos distraían por un lado para atacarnos por el otro mientras que nosotros sólo estábamos a la defensiva en aquel laberinto de callejuelas –explicó–. Al final sólo sobrevivimos cuatro de los treinta que allí entramos.
– ¡Ah! –dijo Thomas, demasiado cansado para decir nada más.

sábado, 22 de julio de 2017

2.6 El Errante: las bestias de la guerra. Episodio 2 p.6

«El Bosque Lubre está maldito y la muerte les sigue de cerca.»

Antaño el Bosque Lubre se extendía por la ladera oeste de la Cordillera Pétrika, al sur de Ákrita, abarcando el valle del río Sil, rodeando la aldea de Minwin. Pero la economía rural basada en la agricultura prosperó y los campos de cultivo ganaron terreno a los hermosos árboles, reduciendo su número a menos de la mitad y confinando al bosque a vivir al este del Sil; en las laderas de la cordillera. Al paso del tiempo los románticos rincones se cubrieron de sombras, su fauna salvaje se volvió violentamente despiadada y su bella vegetación creció exuberantemente al tiempo que la oscuridad se apoderó del bosque, desde entonces maldito. Poblado por jaurías de lobos sedientos de sangre, según los cazadores; gigantescas plantas carnívoras, según los campesinos; dragones de tres cabezas o cuatro, coinciden algunos aldeanos; serpientes grandes o serpientes enormes de ocho y diez metros, animales voladores capaces de arrancarle a uno la cabeza de un mordisco,... y todo ello era cierto. Pero el camino era el sitio más seguro de todo el bosque.
Y por el camino corría la compañía con el miedo pisándoles los talones. Saera tropezó y cayó al suelo sonoramente. El resto paró en seco aprovechando para echar la vista atrás. El camino se perdía a la vista entre curvas y recovecos.


–¡Vamos! ¡Hemos de seguir! –increpó Shárika.
Saera emitió un grito de dolor al intentar incorporarse. –Un hueso roto. No podrá continuar por su propio pié –dijo Sebral después de inspeccionar la pierna.
–¡Maldición! –Gritó Shárika–. Está bien. ¡Thomas! Tú y Jhiral os turnaréis para llevar a Saera.
–Será una broma –se quejó Thomas.
–Sí. ¿Por qué no paramos a descansar? ¿Podríamos pasar aquí la noche? No parece un camino muy transitado –preguntó su compañero.
Sebral interrumpió los improperios que se agolpaban en boca de Shárika: –No sabemos si el misterioso extraño habrá tenido éxito en su lance con nuestro enemigo. Y si no lo ha tenido él sabe por donde hemos escapado. Creo que lo más prudente sería seguir ahora que nuestras piernas están fuertes y el estómago lleno.
–Pues plantémonos aquí a esperarle y démosle cara –retó Jhiral.
–¡Estás loco! –Gritó Ermis–. Vistes como sobrevivió al ataque de Sebral. Acaso piensas que tu espada será más fuerte que el huracán que él creó. O nuestra habilidad mejor que su técnica. No sé lo que visteis vosotros pero lo que yo vi me dejó helado. Parecía uno de los antiguos vueltos de la guerra para demostrar que el infierno bien podía traerlo él. Prefiero extenuarme de cansancio en la huida que descansar para el último sueño.
–¡Ya habéis oído holgazanes! Thomas. Tú serás el primero –ordenó Shárika.
Así emprendieron la marcha. Iniciándola al principio a buen ritmo para ir poco a poco decelerando, pues el cansancio empezaba a hacer mella en sus fuerzas. Shárika encabezaba el sexteto; vigilante a cualquier peligro. La seguía Sebral; con rostro de amarga preocupación. Jhiral aceleró un poco la marcha para adelantar a Sebral y ponerse al lado de su señora. –Nos vigilan, señora –susurró–.
–Lo sé. También yo lo noto –contestó en el mismo tono.
–¿Qué tipo de bosque es éste que el camino cambia a voluntad y el mal acalla a los pájaros? –Preguntó.
–Quizás deberías preguntárselo a Sebral. Pues creo que él es la persona más apropiada para ello –respondió–. Pero has dicho que el camino cambia a voluntad, y sin embargo yo no veo pruebas de ello.
–Hagamos pues un alto y miremos el camino recorrido. Así sus ojos lo podrán comprobar y mis piernas descansar.
–De acuerdo –dijo ella–. Está bien. ¡Descansaremos un rato! –Anunció al resto. Thomas aliviado posó a Saera en el suelo haciéndola proferir un gruñido de dolor. Sebral observaba con cuidado los lindes del camino mientras que el resto tenía la vista puesta en el camino recorrido. Lo que antes había sido un camino angosto y estrecho; pleno en curvas y falto de tramos rectos. Ahora se les aparecía como una ancha y recta carretera. Los legionarios desorientados alternaban sus miradas entre el camino y Shárika. Ésta, por el contrario, hizo caso omiso a sus callados ruegos y se dirigió a Sebral.
–¡Sebral! ¿Cómo explicáis lo que ven nuestros ojos? ¿Acaso algún tipo de magia o encantamiento nos ha nublado la mente o la razón?
–Al contrario mi querida sargento –contestó preocupado–. Mas este bosque tiene mente propia; y otra mente más poderosa, a la vez más maléfica, es dueña de él –explicó–. Has de saber que al principio el Bosque Lubre, pues así es ahora llamado, o el Jardín Arbóreo de Minwin como lo llamaban hace mucho tiempo; era un paraíso en la tierra, la gente se enamoraba al cobijo de sus árboles, los poetas se inspiraban en sus arroyos y nenúfares para sus poemas y los juglares cantaban loas a su hermosura. Pero un desafortunado día el mal se alojó en su corazón y como la manzana podrida en el cesto la oscuridad se extendió por él hasta abarcarlo por completo. Una magia poderosa reside en este bosque. Poderosa y oscura –concluyó.
–Con magia o sin ella. Poderosa o no. Lo mejor será movernos y no parar hasta salir de este maldito lugar.
–Maldito es sin duda –musitó Sebral.

jueves, 20 de julio de 2017

Wonder woman

Maravillosa.

Sin necesidad de hacerlo Gal Gadot ya demostró en Batman V Superman que era una gran elección para el papel de la Mujer Maravilla -no sabéis como agradezco que se respete su nombre en inglés-. Callando trols y heaters de la red, fanáticos que critican antes de ver, la actriz demostró no necesitar ser Xena, la guerrera, para hacer un buen papel. Pero ahora le tocaba soportar del peso del papel principal en una producción centrada en ella. Ella era la estrella indiscutible y ha brillado con luz propia. 

Bajo las hábiles y comedidas manos de Patty Jenkins podemos asistir a un metraje justo en su emotividad; rápido y emocionante en sus momentos de acción y pausado cuando lo necesita. Como toda película inicial de superheroes es de libro -salvo alguna honrosa excepción- invertir en los inicios del metraje en el origen de poderoso protagonista. Algo que la película cumple sin hacerse pesada, sin caer en el aburrimiento para los ya versados en él -y creedme si os digo que era fácil caer-. Tras media película rodeado de amazonas nos vamos al mundo exterior. Cruel, bélico y machista mundo exterior. En donde la gracia del contraste de la educación de Diana con la realidad que sufren los mortales es llevada con finura. Sin chistes cutres o de mal gusto que podrían haber dilapidado el producto. No está exenta de momentos de acción; no en vano pasamos de un mundo de amazonas a la peor guerra de la humanidad y podemos asegurar que dichos momentos están tratados con la épica y resolución adecuada para que ni parezcan de cómic -dicho sea de paso que es lo que realmente estamos viendo- ni sean aburridos. Son momentos en los que la espectacularidad de la acción no resta dramatismo al desastre de la humanidad que se nos está mostrando.

Todo esto reforzado con un muy acertado elenco de actores que, cada cual en su sitio, sobresalen sobremanera incluso en papeles tan cortos como la secretaria de Chris Pine. Al respecto de este actor sorprende ver lo ajustada que está su presencia en pantalla en un papel que ni es principal -ella es la principal, y solo ella- pero tampoco se queda en secundario. Todo bien ajustado a lo que realmente es también en el cómic; un personaje semisecundario con altibajos en su relevancia en la historia sobre el papel. Sin duda también una sabía elección con actor escogido. Que dado quien es bien podríamos sospechar que volverá a aparecer en la saga. ¿Díficil? ¡Por Dios, estamos hablando de un tebeo!
Los efectos especiales, la ambientación y el diseño de producción han sido especialmente cuidadosos para reflejar lo más fiel posible el mundo amazona y sus enemigos. Especialmente asombrado me quedé cuando se nos muestra Ares en todo su esplendor. Igual, igual que en los clásicos de los ochenta.

En resumen: una muy buena película de superheroes que rehusa el humor fácil para darnos todo un espectáculo cinematográfico. En la línea de Batman V Superman y el Hombre de Acero.

Lo mejor: que no se te hace larga. Que te dejas llevar hasta el final.
Lo peor: el doblaje en castellano de las amazonas. ¿Era necesario ponerles ese acento extraño, casi suramericano? Creo con sinceridad que hay lo han fastidiado.


diferentes trajes de Wonder Woman incluído el de la película.



martes, 18 de julio de 2017

Life

¡Está vivo!

Mira, es Deadpool.
Hace pocos meses que estrenaron esta película y ya está en el videoclub. Esto puede significar dos cosas, o que era muy mala y pronto quieren recuperar lo invertido o que no era muy buena y prefieren mantener fresco el recuerdo de su marketing para rentabilizar su venta. De todas formas cuando algo así sucede ya te mosquea. Os haré un resumen para poneros en situación: una estación espacial -sí, la internacional ¿cual si no?- recoge muestras de Marte y entre esas muestras encuentran una célula que consiguen revivir de su letargo y así se cuelgan una medalla de haber encontrado vida en el planeta rojo. Por supuesto que la cosa se complica. La célula se multiplica y el organismo extraterrestre crece sospechosamente rápido y el cientifico tonto se encariña con él y el científico graciosete se emociona como siempre y el jefe de la expedición se lo toma muy en serio y el arquetipo de turno hace lo que nos tiene acostumbrados. Y así mientras van cayendo como moscas por algún acto o situación estúpida o medianamente justificada.

Dicho esto quizás os pueda parecer una mala película. No. Bueno sí. Muy buena no es. Pero tampoco es para crucificarla. Solo que la historia en realidad no aporta nada nuevo al resumen de arriba. ¿Verdad que os suena haber visto algo así alguna otra vez? La dirección no falla. Cumple. Que es más de lo que se puede decir de otras. Me alegra comprobar que Daniel Espinosa deja de dar rodeos para centrarse en lo que estamos viendo. Una película de terror espacial. Puede que haya aprendido de su anterior trabajo «El Niño 44»; en donde también se rodeaba de actores de renombre para alargar el metraje sin sentido.
Viendo la sorpresa final estoy casi seguro de acertar al indicar que los desaciertos del guión deben de tener poco que ver con el director. Sin embargo los hay. Sobre todo a partir de los primeros sesenta minutos. No es que sean de tal envergadura para dejar de verla pero sí son, en cierta manera, chocantes. «Les saldrá mal, todos los planes le salen mal por una u otra razón. Este también.» Dijo alguien en mi salón. Es que llevado un tiempo ya ves que todos sus planes de superviviencia están abocados al fracaso más vergonzoso.

Una célula es, por definición, biológica. ¡¡¡Siempre!!!


Por otro lado, si ignoramos este guión tramposo veremos una película entretenida con un buen reparto que bien nos podrá hacer disfrutar de su hora cuarenta de duración. Yo personalmente, pese a sus fallos, sí la disfruté. Aunque no pasará a los anales del cine de terror salvo, quizás, como pie de página.

En resumen: ver sin complejos y, tal vez, olvidar.

Lo mejor: la puesta en escena y Kevin.
Lo peor: mucho científico sabiondo y nada les sale bien.








sábado, 15 de julio de 2017

2.5 El Errante: las bestias de la guerra. Episodio 2 p.5

«La huida se complica, ni la magia puede con él.»


Presto la compañía dejó la comida y empezó a correr hacia la parte posterior de la posada para abrir la puerta trasera del almacén y salir a un callejón.
La lluvia que amenazaba tormenta había cumplido su promesa y arreciaba furiosamente contra el suelo envuelta en un viento que circulaba enojado por el callejón. El estrépito ahogaba el sonido de los acontecimientos del interior de la posada. 
–¡Seguidme! –Ordenó Shárika tomando el mando. 
Encabezando al grupo llegaron al final del callejón, un cruce entre calles; la opción de virar a la izquierda les llevaba afueras de la aldea, hacia el bosque que terminaba bruscamente a escasos metros del final del callejón a seguir. La otra opción era girar a la derecha, les permitiría rodear la posada para desembocar a la calle principal, que quizás fuera la opción más segura. Shárika vaciló un instante: «Si hubiera más guardias habrían entrado en la posada.», concluyó.
–Por aquí –dijo tomando la ruta de la derecha.
En ese momento, al otro lado del callejón, en la calle principal apareció la figura de un guerrero; Los relámpagos iluminaban su casco rojo, usado sobre una cota de malla roja, que le protegía los ojos como si de una máscara se tratará. Una larga melena negra con mechas blancas descendía por su cubierto cuello para perderse en los pliegues de su capa escarlata. Lentamente desenfundó su espada de dos manos y la apoyó en el suelo retando al grupo. Pacientemente con sus manos apoyadas en la intrincada empuñadura esperó bajo la tormenta. Otro relámpago se reflejó en su armadura granate: ésta le cubría el torso sobre la cota de malla que se perdía en sus brazos, en donde vestía sendos guanteletes rojizos. 
Una larga y enmarañada barba blanca cubría el resto de su rostro. Shárika detuvo al grupo y observó al enemigo. Su figura mostraba un poderoso guerrero seguro de sí mismo, con templanza y nervios de acero. Pero sus ojos, sus ojos negros y profundos, indicaban una experiencia rica y misteriosa. Como si de un viejo libro cuarteado se tratara que al abrirlo mostrara enseñanzas perdidas de un tiempo remoto. Sus atrayentes ojos desvelaban un inmenso poder dormido en la cuna del tiempo.
–¡Apartad! –Ordenó Sebral. Al instante empezó a musitar unas palabras que poco a poco fueron adquiriendo una melodía misteriosa. Levantó su mano derecha al cielo tormentoso mientras alzaba la voz. El viento pareció venir de todos los lugares atraído por una fuerza mágica para concentrarse en la palma de su mano alzada. El guerrero continuó inmutable. Sebral bajó la mano apuntándole directamente y, como si de un puñal se tratara, le arrojó toda la fuerza del viento que había logrado convocar. El impacto fue tal que hizo temblar la tierra y las casas de alrededor. El guerrero voló tres o cuatro metros para caer de espaldas al encharcado suelo, en medio de la cenagal calle.
Todos miraron a Sebral con asombro.


–¡Magos! –Dijo despectivamente Thomas para ser reprendido por un golpe de Jhiral en la espalda.
Pero Sebral seguía mirando al frente y pronto la alegría pasó como si nunca hubiera llegado. El guerrero rojo se reincorporaba tranquilamente metiéndoles el miedo en el cuerpo.
–¡Dejádmelo a mí!
 El extraño apareció por el mismo callejón por el que habían huido de la posada: –¡Marchaos de aquí!
–¿A dónde? –Quiso saber Sebral.
–Al bosque. ¡Rápido! –Apresuró al ver que el guerrero recogía su arma del suelo.
El grupo entero giró la vista hacia el bosque en los lindes de la aldea y donde antes había una tupida vegetación infranqueable ahora veían un prometedor camino entre los árboles. 
Corrieron por él internándose en las profundidades del bosque sin pensárselo dos veces.

sábado, 8 de julio de 2017

2.4 El Errante: las bestias de la guerra. Episodio 2 p.4

«Si en algún momento pensaban pasar desapercibidos la ilusión se desvaneció rápidamente»

Súbitamente Sebral se incorporó como movido por un oculto resorte. Su mirada se perdió entre las sombras, escudriñando el lugar en otro plano de la existencia con el semblante seriamente preocupado.
–¿Qué sucede? –Interrogó Shárika.
–Sí. ¿Qué pasa? –Se preocupó Saera olvidándose de la pata de cordero que tenía en la mano.
–He sentido... como si alguien nos observara por encima de nuestro hombro –explicó Sebral–. Una maléfica presencia agazapada tras nuestras espaldas, vigilando nuestros movimientos. Pero su presencia se ha ido tan pronto como vino, como si alguien o algo le empujara brutalmente lejos de nosotros. No sé –dudó un instante–, quizás ha sido una ilusión fruto de una excesiva preocupación. –Concluyó sentándose tranquilamente, para volver a dedicar su atención al alimento en su plato.
Ermis golpeó levemente, apenas un roce, en el codo de Shárika sin soltar la comida de su mano, de la que parecía disfrutar ávidamente.
–Tranquilos. No hagáis nada si no lo ordeno. Disimular –ordenó Shárika en susurros al observar la entrada de un capitán de la Guardia en el establecimiento.


Al instante después le siguieron cuatro guardias más; de menor graduación pues vestían unas simples armaduras de cuero tachonado frente a la armadura de placas del capitán. Los cinco se reunieron frente a la barra, junto a los dos lugareños que cambiaron rápidamente su tema de conversación. El capitán se quitó el casco para apoyarlo en la barra e instigó al posadero a que le sirviera cinco jarras de cerveza. Si por un momento alguno de los integrantes de la compañía pensó que pasarían desapercibidos aquello se les fue rápidamente de la cabeza, pues el capitán una vez servido dio un largo trago a su bebida para luego golpear sonoramente con la jarra en la madera y girarse hacia ellos con una maquiavélica sonrisa en el rostro.
–Vaya, vaya. ¿Qué nos ha traído la lluvia a casa? –Dijo a sus guardias sin despegar la mirada de Saera. Shárika detuvo a los legionarios con un siseo entre dientes al observar que todos estaban preparados para la acción. Las carcajadas de los cuatro guardias restantes sonaron en la posada.
–Decidnos viajeros. ¿Qué les trae a esta humilde aldea? ¿Negocios quizás? –Continuó diciendo mientras avanzaba unos pasos alcanzando el mango de su espada.
Un cuchillo lanzado con gran precisión se clavó, a escasos centímetros delante de su nariz, en una de las vigas del local. El capitán tragó saliva y miró desde donde se había lanzado. El resto del local enmudeció.
–Yo que tú me largaría como alma que lleva Nebra y me ocuparía de cosas más importantes –dijo una voz en la penumbra del rincón–, como… si verás el próximo amanecer o no. –La figura del extraño surgió de la oscuridad lentamente. Pausadamente desenvainaba con la mano izquierda una katana que portaba a su espalda produciendo un sonido metálico que rasgó el silencio en mil pedazos. Cuando el extraño la blandió con la mano experta los lugareños y el posadero corrieron fuera del edificio produciendo una gran algarabía. El extraño se colocó entre la guardia y los huidos. Con la diestra cogió otro puñal sujeto por una correa en su pierna derecha y sin apartarse la capucha que le ocultaba el rostro retó: –¡Vamos valiente!
El capitán estalló en cólera y se abalanzó sobre él desenfundando su espada. Girando sobre sí mismo el extraño apartó con la katana la espada rival y le rebanó el cuello con el cuchillo. El cadáver cayó sonoramente al lado de Jhiral y Thomas. 
–¡Corred, malditos! ¡Volad de aquí! –Les gritó el extraño.



miércoles, 5 de julio de 2017

Star Wars Forces of Destiny Episodios 1 y 2


Disney ha lanzado los dos primeros episodios de Star Wars Forces of Destiny. El primero llamado Sands of Jakku y el segundo Bandits. A continuación los podéis ver en perfecto inglés. Activar los subtítulos para una mejor comprensión del idioma de Shakespeare.






sábado, 1 de julio de 2017

2.3 El Errante: las bestias de la guerra. Episodio 2 p.3

«Una breve lección de historia para un princesa engañada de la vida; preocupaciones por el futuro y mitos que toman forma.»



La impertinente voz de Saera interrumpió sus pensamientos:
–Pero aún así deberían mostrarme más respeto –discutió con Sebral–. Soy su princesa. Me deben lealtad y respeto.
–Mi princesa –dijo en tono conciliador Sebral–, si le tratáramos como corresponde a una persona de su posición llamaríamos irremediablemente la atención. Y además sólo yo le debo obediencia, ellos son legionarios y están aquí por decisión propia.
–¿Qué quieres decir con que son legionarios? –Preguntó.
–¡Qué no le debemos lealtad ninguna! –Contestó Jhiral irritado.
Saera se quedó estupefacta, hasta ahora todo el mundo acataba las órdenes de su padre –y por extensión las suyas, por caprichosas que fueran–, legionarios incluidos. Su asombro debió de reflejarse en su juvenil rostro pues Jhiral, Thomas, Ermis y Shárika,  incluso Sebral, se permitieron una pequeña y leve sonrisa.
–¡Por Sark! ¿Qué demonios le han enseñado a esta cría en palacio? –Preguntó Shárika. 
Sebral la apaciguó con un gesto y se dirigió a Saera.
–Majestad –susurró–, los legionarios se formaron para subir a su padre al trono, pero no le obedecían a él. Si no a otra persona a la que se le llamó el Primer Legionario, y es a ella a la que le deben lealtad pese a que las apariencias en algún momento hayan hecho parecer lo contrario. Es por eso por lo que está su estatua en la Plaza Central de la Ciudad de Ákrita.
–¿Entonces? –Acertó a decir la princesa entre balbuceos.
–¿Que por qué obedecían al rey? Porque la última orden de su señor fue: «servir al rey como a mí me habéis servido» –respondió Sebral didácticamente.
A Saera le bastó con mirar los ahora serios semblantes de sus acompañantes para asegurarse de la veracidad de esas palabras. –¡Pues vaya una ayuda! –Contestó.
–La suficiente para llevarte a casa de tu padrino y salvar tu regio culo –respondió Ermis malhumorado. Pero la mirada de reproche de su sargento apagó la llama de su ira.
Jhiral jugueteaba con un puñal marcando surcos en la mesa de madera olvidándose del suculento plato que esperaba frente a él. –Necesitaremos algo más de ayuda si queremos llegar con vida a Lican –dijo preocupado–. Cuando salgamos de la aldea deberemos andar dos kilómetros hasta la Encrucijada, en campo abierto.
–¿Y? –Pregunto Shárika.
–Qué esos dos kilómetros son bajo la atenta vigilancia del Alcázar de la Encrucijada. Edificado sobre un peñón que le permite vigilar el paso de cualquier viajero sin escondite posible. Jhiral y yo estuvimos destinados allí durante dos años y conocemos muy bien su campo de visión –contestó Thomas mientras jugueteaba nervioso con su barba.
–Necesitaríamos la ayuda de un ejército para pasar bajo esos muros –dijo Jhiral clavando el puñal con furia en la mesa.
La preocupación entre los comensales acalló todo comentario y el silencio reinó en la mesa. Shárika volvió a dirigir su mirada al extraño oculto en las sombras mientras sus compañeros daban plena atención a sus alimentos.
Bajo tanta oscuridad apenas se le veía bien, parecía ocultarse a propósito abrigándose en las tinieblas. Podía ver como una capa cubría su cuerpo y una capucha cumplía la misma función en su rostro, del cual sólo se vislumbraba una perilla. ¿O era una barba?
–O eso o al Errante –oyó decir a Saera.
–¿A quién? –Preguntó Shárika mientras Ermis esbozaba otra sonrisa.
–Al Errante –respondió la princesa.
–¡Bobadas! –Dijo Ermis arrancando un trozo de carne de un buen mordisco.
–¡No son bobadas! –Replicó Saera enfurruñada.
–Majestad no es momento para volcar nuestras esperanzas en una leyenda de palacio. Ese ser, ese guerrero por lo que cuentan, en realidad no existe. Son sólo historias que se cuentan en las fiestas para divertir y entretener a los invitados a palacio –explicó Sebral.
–No son únicamente historias de palacio, señor –interrumpió Shárika–, también entre el pueblo llano circulan esas leyendas.
–Podéis creer lo que queráis, pero él existe –insistió la joven cruzándose de brazos.
–Jhiral y yo lo hemos visto. Os aseguro que no es una leyenda – le apoyó Thomas.
Shárika les miró fijamente –¿Es cierto eso?
–Bueno... no exactamente. Hace años acudimos al rescate de un mercader que estaba siendo asaltado por bandidos.
–Y cuando llegamos estaban todos muertos –interrumpió Jhiral–, los bandidos quiero decir. El mercader dijo que el Errante les había matado, y sus dos guardaespaldas apoyaron su versión. –Concluyó dándole un mordisco a su asado. Acto que fue imitado por el resto de sus compañeros que comenzaron a devorar con avidez la carne servida ante ellos.