jueves, 16 de agosto de 2012

Huelga de hambre??


Desde que fui pequeñito hubo algo que siempre me sorprendió mucho de esta sociedad hipócrita en la que vivimos: las huelgas de hambre.
Ahora quizás no sean tan escandalosas, o no se les de tanta importancia, como cuando era joven pero en su momento recuerdo que cuando el capullo, o sufridor, de turno se ponía en huelga de hambre las grandes cabezas pensantes -o simplemente cabezotas- de nuestra sociedad se rasgaban las vestiduras: que si fíjate que se va a morir, que si fíjate que existe el derecho a la vida, que si fíjate tú que no podemos permitir que alguien no coma durante días, que si sólo se puede vivir 15 días (los que sean) sin comer. Los telediarios de parecían seguir estos acontecimientos en directo como si un partido de fútbol se tratara, ¡viva el morbo!
Pero el caso, no nos desviemos, no era el morbo televisado si no la repercusión social de estos hechos. ¿A quién coño le importaba que el susodicho de turno se muriera de hambre por decisión propia? Pues a los políticos responsables y a su familia y a los que podían mamar del acontecimiento. La cuestión era -y al parecer sigue siendo- que no se podía permitir que un individuo muriera por inanición por el motivo que sea, aunque fuera decisión propia del futuro cadáver.
Jamás entendí esta parte de la película, sobre todo teniendo en cuenta quienes solían ser esos supuestos huelguistas -y digo supuestos porque más de uno se demostró posteriormente que de huelga de hambre nada de nada, que luego comían a escondidas-.
La mayoría de la gente -sobre todo esos que van a misa los domingos bisiestos y luego se dedican a mangonear al personal- esgrimían el derecho a la vida como revulsivo frente a la huelga de hambre. Yo quizás soy demasiado puntilloso pero los textos y palabras me los tomo al pie de la letra y un derecho no es igual a una obligación, lo podemos comprobar en cualquier diccionario de nuestra lengua madre (para los desconfiados), pese a quien pese. Por lo tanto no entendía, ni entiendo, porque pretendían que el hambriento volviera a probar bocado. En mi infante ignorancia pensaba que más valía que su comida se lo dieran al pobre muerto de hambre que acam vivía bajo el puente.

Sin embargo podríamos pensar que no es la muerte de este huelguista lo que importa a los políticos de turno sino el "¿cómo hemos llegado a este punto y no nos hemos dado cuenta?". ¡Narices! Son políticos, sabían de antemano lo que puede pasar con cada decisión que tomaron y en virtud de ella consiguieron sus metas y pasaron por encima del que fuera.

Todo esto me ha venido a la cabeza por el hecho reciente de que un preso de la banda terrorista ETA se ha puesto en huelga de hambre por motivos que, sinceramente, me importan un pepino. ¿Dónde está realmente el problema? Ese tío es responsable de actos terroristas -que suelen ir acompañados de una muerte o dos, por tirar por lo bajini- y decide no probar bocado nunca más. ¡Joder, cerrarle en la celda y tirar la llave, a ver si tiene cojones de cumplir con lo que dice! Si lo hace yo lo aplaudiré. Es su decisión el optar por usar su derecho a la vida -que nadie, repito nadie, le está negando- o prescindir de él para hacer presión política. Ojalá todos hicieran lo mismo pues en estos tiempos de crisis nos ahorraríamos una buena pasta.

Quizás yo sea demasiado radical en mi postura pero ¿no son también demasiado radicales aquellos que intentan obligar a alguien hacer lo que no desean hacer? Yo por lo menos le dejo en paz con su decisión. Pues siempre he sido de la decisión de que lo que el otro haga está bien, mientras no me joda a mí.

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