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lunes, 9 de abril de 2012

Los fantasmas de mis ex novias


Dickens, no mires.

El otro día me apetecía ver una película con mi mujer y como yo le doy a todo me lancé de cabeza para ver esta nueva versión del clásico de Dickens. Que conste que la elegí yo, no ella.

Es una película romanticona donde las haya, sin verguenza alguna en manipular estereotipos para adoctrinar así al personal. Sin embargo, y dejando a un lado el tufo moralista de dicho film, es capaz de darnos unos 90 minutos entretenidos, sin pedirle peras al olmo.

La historia cuenta la visita de tres fantasmas (pasado, presente y futuro) a un ligón empedernido,durante el ensaño de boda de su hermano, para convencerle de que su amor de su vida se va a perder y que sino cambia de postura frente a las mujeres acabará viviendo sólo y sin nadie a su alrededor. Para ello, y para que deseemos que el ansiado final suceda, nos presentan a dicho personaje como un estúpido -en una de las escenas más contradictorias de la película como es la comida de ensaño (puedes pensar lo que quieras pero sabes que si lo dices no ligarás más. Uno puede ser el mayor ligón del mundo, pero no por ello un imbecil)-, un ser que deseas que cambie de postura y se dé cuenta de la realidad de la vida, etc, etc. Vamos, que la moral típica americana fluye por doquier. 
La película cuenta al mismo tiempo con escenas graciosas como estúpidas, situaciones lógicas como tontas, y plagada de... ¿he dicho ya que hay estereotipos por doquier? Pero no me mal entendáis, no sólo me molesta la manipulación del personaje protagonista, tampoco entiendo el porque nos ponen a las damas de honor como unas salidas tontorronas y a la novia como una histérica posesiva. El único motivo puede ser para que la única mujer normal (Jennifer Garner) resalte frente a las demás; para que nos preguntemos cómo la dejó escapar en su día.

Sobre la dirección poco se puede decir, sin resaltar en ningún aspecto cumple con los suyo y punto. Los actores... ella bien (Jennifer) pero él (Matthew McConaughey) sobreactuado, pero así sirve para hacerlo más impresentable incluso. La presencia del señor Douglas ameniza el asunto y da un toque de clase. El cual, por cierto, lo llaman tío Wayne -¿un guiño a Bruce Wayne?-.

Pero, como ya dije antes, si aguantamos el tufo moralista que desprende la película se hace entretenida, no más. Una de esas películas en las que cuya participación les sirve a los famosos para pagar el alquiler. Ay Jennifer, que bajo has caído.



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