A vuestros cuerpos dispersos (Mundo Rio I)

De Philip José Farmer.

La primera vez que supe de este autor fue en una entrevista que le hicieron en una revista de relatos fantásticos. En ella se mencionaba algo llamado Mundo Río que atrajo especialmente mi atención. Lo que son las cosas, mi padre tenía todos los libros de dicha saga y por supuesto -lo que son los padres- cuando intuyó el más leve interés sobre ella le faltó tiempo para buscármelos todos y dejarlos sobre mis manos cual libros de texto para el próximo examen.

Desde entonces he leído mucho sobre ella -más concretamente sobre la saga en sí-. Incluso se han hecho series de TV con más o menos acierto. Pero no es si no ahora -quince o veinte años después- que he podido leer el primero. Lo primero que he de hacer es recomendarlo, no vaya a ser que luego se me olvide. Es de agradecer la prosa limpia y rápida que usa el autor, sin florituras ni adornos superfluos que hagan su lectura farragosa, ni demasiadas introspecciones personales que la adormezcan. La novela sigue un ritmo continuo que en ningún momento nos hace desear lanzar el libro a la basura.

Su historia es interesante pues nos sitúa en un mundo en el que los humanos de todas las épocas renacen y se ven obligados a coexistir entre sí. Esto quiere decir que igual en un mismo poblado se encuentran Adolf Hitler con Gandi -sólo por poner un ejemplo- intentando vivir y, algunos, no caer en los mismos fallos que en su vida en la Tierra. Por supuesto que aquí el ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? y ¿Por qué? toman un significado más literal que la simple duda filosófica.

También es de agradecer su corta duración -apenas ciento y pico páginas-, lo que demuestra por otra parte la honestidad de su autor en no meter paja para nada. Cosa que tienden mucho los escritores actuales. Sin embargo dicha brevedad también deja de manifiesto la primera intención del señor Farmer en escribir toda una saga sobre el tema. Sus libros siguientes serían: «El fabuloso barco fluvial», «El oscuro designio», «El laberinto mágico» y «Dioses del mundo río».

Bien, pues seguiremos leyendo para ver que más nos depara la imaginación de este reputado autor. Sobre todo después de haberme tragado el tocho ese de Tigana esto parece más bien un paseo.