viernes, 13 de octubre de 2017

3.1 El Errante:las bestias de la guerra. Episodio 3 p.1

«Un nuevo día. Es hora de recapitular y aprender de los errores.»



3-La separación


Los rayos de luz asomaban por la ventana quebrantando la ley de la oscuridad, pero hacía tiempo que Sylvania permanecía despierta.
Pese a su tremendo cansancio había permanecido desvelada calculando, planeando la futura guerra. No podía permitir que su inepto marido la dirigiese. Así todo acabaría en desastre antes de empezar y ellos ahorcados como simples ladrones. Comprendió que crear un ejército de juggers conllevaría demasiado tiempo, del que no disponía. Debería también conseguir una fuerza de choque, más simple y mucho más numerosa. Debería ampliar el Pozo, llamar al maestro armero y darle ordenes adecuadas. Debería... Se dijo «¡basta!», tantas preocupaciones le iban estallar en la cabeza. Decidió llamar a uno de sus amantes, quizás después pudiera dormir un rato. Así fue, pero poco durmió.
La luz alcanzó la cama despertando a su tierno amante quien adormilado se percató de la ausencia de su compañera en el lecho. Alzó tímidamente la vista para localizarla junto a la ventana.
Era preciosa, su larga melena morena caía en leves ondulaciones sobre sus hombros y espalda; y al contraluz su túnica marrón no impedía mostrar las suaves curvas de sus caderas y la largura de sus piernas. Al mirarla el recuerdo de las horas pasadas juntos asaltó su mente.
–¿Estás ahí? –Afirmando más que preguntando en lucha con la pereza de sus cuerdas vocales.
Ella se giró y su larga melena flotó en el aire.
–¿Ya estás despierto?
–Más o menos –confesó el durmiente.
–Pues vístete y déjame sola –ordenó Sylvania.
Él se levantó ofendido y mientras se vestía dijo:
–No tienes derecho a tratarme así.
–No te confundas amor. Eres muy bueno en la cama pero sólo eres eso. No intentes ser algo más –Le advirtió sin dignarse a mirarle. –¡Vamos! Date prisa. Tengo cosas que hacer.
El amante no contestó. Se limitó a obedecer y se fue de los aposentos privados con el orgullo herido dejando un portazo como violenta despedida.
Sylvania hizo caso omiso al sonoro golpe y empezó a planificar su plan de acción. Todo él se basaba en un estudio concienzudo sobre la creación de los juggers. Haciendo una mueca de fastidio se dirigió hacia su estudio privado. Subió por las acaracoladas escaleras hasta llegar al portal protegido por arcanos hechizos de protección. Por supuesto no tuvo ningún problema para traspasarlo y ponerse a buscar en su armario el libro de hechizos correspondiente para desmenbrarlo y estudiarlo parte por parte.

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