lunes, 22 de mayo de 2017

Westworld, la serie.

El parque temático de Anthony Hopkins y Ed Harris.

Siempre fui un fan de las películas originales en las que se basa esta serie por lo que tengo que admitir que cuando leí la noticia de que iban a hacer una serie basada en estas obras de culto de la ciencia ficción cinéfila mi primera reacción fue de ilusión, para pasar luego a la incredulidad y luego al más escéptico recibimiento. 
Las películas fueron -pese a quién pese- un «antes y después» del tema robótico en el celuloide. Cierto es que ya autores de ciencia ficción habían tratado el tema pero eso no pasó de las hojas de sus libros. Pero el señor Michael Crichton se atrevió a mostrarnos al ¡primer Terminator de la historia! en su segunda película como director. Recordemos que la primera fue la Amenaza de Andrómeda que también fue punto de inflexión en su tema. La película trata de la rebelión de los robots en un parque temático en el que los humanos pasan sus ratos de ocio en unos sectores (o mundos) que imitan tiempos pretéritos de la humanidad, a saber: la Edad Media, la época romana y el salvaje oeste. Y como son americanos pues casi toda la atención se la lleva este último mundo. Resumiendo; el parque de atracciones en cuestión tiene un problema -del que ya no me acuerdo- y los robots empiezan a matar a gente a diestro y siniestro por ahí, recayendo la mayor parte de la matanza en la persecución implacable de un pistolero robot cuyos rasgos corresponde a Yul Brynner quien no parece haber envejecido los 12 años de diferencia entre Los 7 Magníficos y esta película. Si hasta viste igual, o casi. Ahora que venga Arnold Schwarzenegger y nos diga que no se fijó en él a la hora de interpretar su Terminator. Si hasta pone el mismo rictus.

Si habéis leído la parrafada anterior entenderías porque no era muy creyente con la serie pues no entendía como iban a ocupar episodios y episodios con una matanza de proporciones semejantes. Aunque fuera para un publico adulto la cosa no daba para muchos capítulos. Es por eso, para alegría mía y de todos, que los guionistas centraron sus esfuerzos en la trama y subtramas del día a día del parque de atracciones -llamado Westworld- y en todo aquello que va evolucionando hasta el desastre final. Para ello nos introducen en el salvaje oeste de cartón piedra que han creado dando por sentado que solo hay este mundo ¿y para qué vamos a enseñar la Edad Media o a los romanos en sus túnicas si luego no aportan nada? y este es el que importa. Pues somos americanos y muy americanos. Nos sumergen en las historias creadas por los guionistas del parque para que los visitantes -o huéspedes- disfruten de su estancia. La cual ellos admiten que básicamente se trata de matar, follar y emborracharse sin límites éticos y morales. Todo ello muy bien facturado, con una impecable técnica y un reparto de quitarse el sombrero.



Lo malo que a mitad de la temporada, en su quinto episodio, la cosa empieza a hacerse tediosa y a veces enervante al ver como los guionistas de la serie tiene que tomar mano del típico personaje estúpido que hace estupideces y sabes que por su culpa la cosa va a ir a peor. Es solo una subtrama del conjunto, cierto, pero como sí o sí tienen que contar con ella es muy irritante ver como irremediablemente el humano sigue cagándola. Afortunadamente el resto de la historia tiene, con más o menos altibajos, mucho interés y nos cautiva con sus giros argumentales y sorpresas de última hora.
Sin embargo, en mi opinión, el ritmo decae bastante a partir de ese punto central y no consiguen recuperarlo del todo. Quizás un ritmo más rápido en su metraje podría ayudar a digerirla mejor.

PD: después de ver la serie echarle un vistazo a las películas. Almas de Metal y Mundo futuro.

En resumen: para ver, por lo menos una vez. Sin ver antes las películas.

Lo mejor: el reparto.
Lo peor: la subtrama estúpida antes mencionada que no indicaré más para no hacer revelaciones indeseadas.

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