miércoles, 31 de mayo de 2017

Iron Fist: la serie de Netflix

Imposible no perder el chi.


Ayer terminé de ver el capítulo final de esta serie, y con ello la tortura de una de las mayores decepciones de Netflix. No eran pocas las espectativas que tenía para esta serie. Un  personaje que siempre me atrajo en los comics, maestro del kunfú, con un puño (que luego serían dos) que se ilumina cuando se llena de su energía chi y da hostias como hulk como el mejor de los Bruce Lee. Que para ello debe de permanecer en cuasi continuo estado de meditación para no perder el chi y... vamos, lo típico de los años setenta que fue cuando se creó el cómic en cuestión en plena fiebre de las artes marciales.

La serie empieza a decepcionar tímidamente, casi por error. Las tramas o subtramas que se nos plantean parecen a priori interesantes y los personajes -a excepción del principal- son de lo más atractivos. Por supuesto que no faltan aquellos reconocibles de otras series del mismo mundo Marvel que han aparecido en Daredevil o Jessica Jones, o Luke Cage, y estos amenizan las veladas rellenando los huecos que va dejando la falta de interés que va aumentando conforme pasan los minutos. Por que la historia pasa de ser interesante a ser un cúmulo de tonterías y situaciones inverosímiles. Generalmente apoyadas en la tontería reinante en todos los actos y/o opiniones del personaje principal. Un personaje en el que la excusa de que "no ha tenido contacto con el mundo exterior durante media vida y por eso es más lerdo que un zapato" deja de servir a partir del tercer o cuarto episodio. No me extraña que la crítica se cebara con él, la verdad.

Sinceramente, ¿os parece alguien fácilmente manipulable con la mentalidad de un niño?

Por otro lado, y según la naturaleza del cómic y la trama, todos esperaríamos ver al personaje y comparsas repartir estopa a diestro y siniestro de forma que las escenas de acción sirvieran como compensación a los defectos de las tramas. No en vano tenemos a La Mano rondando por ahí y también aparece su compañero de correrías infantiles -otro maestro del kunfú- para ayudarle/recuperarle/encauzarle por el buen camino. Sin embargo es que las peleas carecen de gracia, apenas son creíbles y están muy mal dirigidas.

Terminaré criticando el último episodio. En el que como colofón final se enfrentan los buenos contra el malo -uno de los malos-. En donde los sicarios del malo apenas pintan nada, salvo para distraer a Colleen Wing un ratito -crucial, todo hay que decirlo- y el tonto de Danny (el prota) tan pronto sabe pelear como se le olvida todo justo cuando necesita sus puños entrenados para molir a palos al enemigo. O que el malo tiene a ratos buena puntería y a ratos malísima. Más son los detalles que merecen borrar el episodio y empezar uno nuevo, en el que solo se salva el final.

En resumen: un cúmulo de tonterias en trece episodios. Ni para fans del comic.

Lo mejor: los secundarios.
Lo peor: un personaje principal sin carisma dibujado como un niño tonto, lerdo, que se cree todo y no se da cuenta de nada y sirve como excusa para lo que se nos ofrece en lugar de servir de hilo conductor.



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