miércoles, 1 de febrero de 2012

La víctima perfecta


The resident, en la original.


Al momento de su estreno, después de ver las "estupendas" críticas que le dedicaron, dejé de tener apenas curiosidad por esta película. Pero, lo que son las cosas, con el tiempo mi curiosidad a ido aumentando y... ahora me arrepiento. A partir de ahora aviso que hay spoilers.

Y es que para ser el ¿anunciado? relanzamiento de la Hammer -yo me enteré después- podrían haber elegido otra historia más sugerente.
La historia trata de una residente -de ahí el título original- nueva, en un edificio viejo de Nueva York, que al módico precio de un alquiler anual de ¡38.000! -me da igual que sean dólares- se instala en un piso precioso y ruidoso. Además el piso tiene otras sorpresas como estar completamente ideado para que el inquilino sea espiado por los pasillos existentes entre las paredes. Esto debe de ser muy habitual más allá del Atlantico porque en mi pais es harto complicado. ¿Os suena la idea? Sí, práctimante calcado a Sliver; aquel producto creado para lucimiento de Sharon Stone en 1993.
Total que 20 años después -vale, casi 20- no hay nada nuevo. El guión no destaca por su originalidad ni por saber conjugar con estilo los diferentes temas de los que podría hacer gala. Ni el terror existe, ni el suspense hace acto de presencia, ni el erotismo aparece, ni... Total que después de los 6 primeros minutos empiezas a dudar si has hecho bien en descarg alquilar esta película.
Al minuto 20 la película ya descubre sus cartas; al minuto 26 empiezas a dudar si estás viendo una película para voyeurs o una de terror o suspense. Cuando quedan 36 minutos para el final -más o menos cuando instala el circuito de vigilancia por ordenador- automáticamente piensas que más vale que tenga un final bueno porque a partir de entonces ya tiene que llegar el final. Hacerlo durar más es tontería y caería en el pozo de las grandes pretensiones que acaban siendo un coñazo repleto de escenas incoherentes -por no decir estúpidas-.
Pero como he dicho aún quedan 36 minutos -4 son de los créditos finales- y el guionista debe de llenar más de media hora con algo que pudiera ser sustancial pero a excepción de los cinco o diez minutos de después el resto -hasta la persecución-desenlace final- no haces más que preguntarte "¿Por qué no mira las grabaciones? ¿Es tonta o qué le pasa?" Y luego llega el desenlace, no te lo pierdas. Una persecución "entre paredes" repleta de cosas tan tontas como que ella ya se libra de él pero en lugar de ir a la policia decide meterse de nuevo en los huecos de la pared para ¿decirle hola al asesino? ¿quizás para vengarse y matarle con el pistolón de clavos? Si la contestación a la última pregunta fuera afirmativa entonces las tonterías que suceden después no tienen lógica. Me refiero por supuesto a verla otra vez huir de él cuando ella no tiene más que apretar el gatillo. O intentar engañarle -cosa que consigue- cuando él intenta abrir una puerta metálica corredera. ¿No sería más lógico primero clavarle la mano a la puerta y luego llenarle el craneo de clavos? ¡Vamos, digo yo! Supongo que tendréis que ver la escena para entenderme.

Está claro donde flaquea la película. Desconozco si el director tiene su culpa en este despropósito o se vio atado de pies y manos para la realización, por lo que debía cumplir contrato y punto. Así que por su parte ni bien ni mal. Dudo si enviarlo a galeras o darle una palmadita en la espalda y decirle «lo siento chico, tú has hecho lo que has podido.».
En cuanto a los actores aquí sí se nota que han pensado con más sensatez. La aparición de Christopher Lee no deja de ser anecdótica y un puente personificado de los tiempos a pasados a los futuros. De hecho se limita a aparecer cuatro veces, poner esa cara de misterioso que se le da tan bien y morir. Chico, para eso mejor vete a hacer de Saruman en el Hobbit. La contratación de Hilary Swank es lo más acertado de la película pues ya sólo por ella merece la pena aguantar el primer cuarto de hora -el resto no, pero no es culpa de ella-. Jeffrey Dean Morgan está que se sale en su caracterización de casero sexy pervertido.

En resumen: sólo para voyeurs novatos o para nostálgicos de la Hammer (pero muy nostálgicos). O superfans de la leche de Hilary Swank.



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