martes, 1 de junio de 2010

Relato concurso de San jorge


Hace ya unos meses leí en el blog del jinete que Heraldo de Aragón había puesto en marcha un concurso de relatos por la festividad de San Jorge. Al parecer no era el primer año que lo montaban pero no tenía ni idea. Por mi mente surgió la idea de escribir algo para ese concurso aunque sólo fuera por el simple placer de escribir. Por que digo yo ¿si no sacamos placer al escribir porqué narices escribimos en un blog? A mí por lo menos no me pagan por ello.

Así que como fruto de dos segundos de inspiración en el autobus y dos horas ante el ordenador surgió el siguiente relato que ahora me decido a postear -no creáis que no me ha costado-. Su nombre «San Jorge» peca de una originalidad extrema ¿verdad?



Relato original:

Los ciento cinco caballos galopan atropelladamente haciendo rugir el motor. El acelerador es una extensión de mi pie y las farolas mortecinas del cuarto cinturón son una sombra en el retrovisor. Tengo prisa, una prisa irracional por terminar con esto cuanto antes. No puedo frenar aunque sé que llegaré puntual allí donde sea vaya a la velocidad que vaya. Los años me lo han enseñado así.
La terrible rutina de tantos siglos me agobia. Me rescata del olvido para una orgía de sangre sin sentido. Una manifestación tardía de las tradiciones malograda por el tiempo. Mancillada por distintos credos.
Al tiempo que los paganos celebran nuestro reencuentro mi mente vaga por las nieblas del tiempo seguro de no sufrir peligro alguno en mi alocado viaje. Un extraño sentimiento de añoranza recorre mi ser obligando a levantar el pie derecho del pedal. No importa, mejor, lo importante es llegar, el cuando está predestinado.
Todo el mundo sabe que montaba un corcel blanco pero nadie se acuerda de su nombre. La leyenda eleva algunos detalles modificando otros, o simplemente ignorándolos. Es una estupidez atacar a un dragón montado a caballo. Quizás por eso mi gesta se hizo famosa entre tantas. Tormenta murió poco después a causa de las heridas de la batalla.
¿Y quién era ella? Ya ni me acuerdo de su rostro. Es lamentable. Si alguien lucha con un dragón al menos debería recordar el motivo. Supongo que se sería muy bella y estaría muy indefensa. Ah, tonterías de juventud.
Como la cabra tiro al monte. Al norte dirección Pirineos. Cada vez siento más tu presencia.


Es aquí. Sea donde demonios sea aquí tu presencia es más fuerte. Me pregunto cómo te presentarás ahora. ¿Enorme y magnífica cual mitológica hidra? ¿O alargado y achaparrado como un cocodrilo cualquiera? ¡Qué más da si siempre es lo mismo! Yo peleo, tú peleas, tú mueres.
Te huelo antes de que aparezcas. Sangre y putrefacción son tus cartas de presentación. Me preparo para el combate. La cota de malla pasó a la historia; kevlar es lo que se lleva ahora. Y un abrigo negro, que hace frío. Además siempre hay que ir elegante, incluso a tu propio funeral. Al abrir el maletero veo mis armas. Escudo, espada y una sorpresa. Lo clásico con lo moderno.
Apareces por fin. Elegante y majestuoso, como un bello dragón oriental azulado. Tus grandes ojos brillan y tus escamas despiden destellos cuando se bañan de Sol.
Como otras veces detenemos el tiempo estudiándonos. No nos gustamos. Yo te odio, tú me odias. ¿Acabará esto alguna vez? ¿Cuál es la salida de este maldito ciclo? Quizás si esta vez vencieras tú el descanso sería eterno. Pero sé que no será así. Lo sé tan seguro como la primera vez y sus cientos de ocasiones sucesivas.
El reloj se pone en marcha y presto saco el rifle del maletero. No es un rifle cualquiera. Un impulso electromagnético lanza varas de acero con punta explosiva. Es lo único bueno de nuestro eterno duelo; que siempre puedes estar a la última.
Sonríes. Disparo. El impertinente clic metálico frustra mi moderno intento pero no me sorprendo. Sin perder tiempo me armo con la espada y el escudo, como siempre ha sido y será.
Vomitas fuego sobre el coche obligándome a salir de su protección. Mi nuevo corcel estalla dolido por tu aliento y sólo quedamos tú y yo.
Tomas aliento y espero tu acometida. Con el escudo me protejo de tus llamas y el abrigo ignífugo hace el resto. Tu fuego me deja frío y me río.
Lo vuelves a intentar pero mi ataque te corta el aliento. Te retuerces y esquivo. Te hago un tajo en tu mano izquierda y tu mandíbula busca mi cuello. Golpe de escudo, dientes rotos. Estás hecho una ruina.
Sin piedad te corto el cuello. Tu bolsa flamígera estalla. Mi piel arde. Mi pelo es una hoguera. Pero el dolor no me importa mientras veo tus últimos coletazos. Al final mueres ante un caballero que más se asemeja a la parca que al guerrero de leyenda.
Te desvaneces. Los dos nos desvanecemos poco a poco.
-Adios viejo amigo. Hasta el año que viene.
Hasta el próximo 23 de abril.


Pero esto no acaba aquí. Resulta que el concurso tenía una norma; un límite de 3000 carácteres (espacios incluidos). Así que después de todo tendrían que acortar el texto. Ya me fastidiaba. Sobre todo por la hora que era. Pero bueno una vez puestos a ello ahora no podía parar. La cosa quedó así.

Relato acortado:

Los ciento cinco caballos galopan atropelladamente haciendo rugir el motor. El acelerador es una extensión de mi pie y las farolas mortecinas del cuarto cinturón son una sombra fugaz en el retrovisor. Tengo prisa, una prisa irracional por terminar con esto cuanto antes. No puedo frenar aunque sé que llegaré puntual allí donde sea vaya a la velocidad que vaya. Los años me lo han ensañado así.
La terrible rutina de tantos siglos me agobia. Me rescata del olvido para una orgía de sangre sin sentido. Al tiempo que los paganos celebran nuestro reencuentro mi mente vaga por las nieblas del tiempo. Todo el mundo sabe que montaba un corcel blanco pero nadie se acuerda de su nombre. La leyenda eleva algunos detalles modificando otros, o simplemente ignorándolos. Es una estupidez atacar a un dragón montado a caballo. Quizás por eso mi gesta se hizo famosa entre tantas. Tormenta murió poco después a causa de las heridas de la batalla. ¿Y quién era ella? Ya ni me acuerdo de su rostro. Es lamentable. Si alguien lucha con un dragón al menos debería recordar el motivo. Supongo que sería muy bella y estaría muy indefensa. Ah, tonterías de juventud.
Es aquí. Sea donde demonios sea aquí tu presencia es más fuerte. Me pregunto cómo te presentarás ahora. ¿Enorme y magnífica cual mitológica hidra? ¿O alargado y achaparrado como un cocodrilo cualquiera? ¡Qué más da si siempre es lo mismo! Yo peleo, tú peleas, tú mueres.
Te huelo antes de que aparezcas. Sangre y putrefacción son tus cartas de presentación. Me preparo para el combate. La cota de malla pasó a la historia; kevlar es lo que se lleva ahora. Y un abrigo negro, que hace frío. Además siempre hay que ir elegante, incluso a tu propio funeral.
Apareces por fin, elegante y majestuoso, como un bello dragón oriental azulado. Tus grandes ojos brillan y tus escamas despiden destellos cuando se bañan de Sol.
Como otras veces detenemos el tiempo estudiándonos. No nos gustamos. Yo te odio, tú me odias. ¿Acabará esto alguna vez? ¿Cuál es la salida de este maldito ciclo?
El reloj se pone en marcha y presto saco el bazooka del maletero. Es lo único bueno de nuestro eterno duelo; que siempre puedes estar a la última.
Sonríes. Disparo. El impertinente clic metálico frustra mi moderno intento pero no me sorprendo. Sin perder tiempo me armo con la espada y el escudo.Vomitas fuego sobre el coche obligándome a salir de su protección. Mi nuevo corcel estalla dolido por tu aliento y sólo quedamos tú y yo.
Tomas aliento y espero tu acometida. Con el escudo me protejo de tus llamas y el abrigo ignífugo hace el resto. Tu fuego me deja frío y me río.
Lo vuelves a intentar pero mi ataque te corta el aliento. Te retuerces y esquivo. Te hago un tajo en tu mano izquierda y tu mandíbula busca mi cuello. Golpe de escudo, dientes rotos. Estás hecho una ruina.
Sin piedad te corto el cuello. Tu bolsa flamígera estalla. Mi piel arde. Mi pelo es una hoguera.
Te desvaneces. Los dos nos desvanecemos poco a poco.
Hasta el próximo 23 de abril.

No sé como fueron los ganadores pero de entre estos dos yo prefiero el original.




2 comentarios:

alcorze dijo...

Pues es un buen relato, la verdad. Se echa en falta alguna coma por ahí pero en cuanto al ritmo y estilo de la narración está bastante bien.
Enhorabuena!

SarlaukaJop dijo...

Muchas gracias.
Fue un arrebato de inspiración y trasnocheo, XD.